El acceso al agua y a tierras propicias para el pasto y el cultivo, junto con la cercanía a los recursos naturales, eran factores indispensables para la construcción de una ciudad.
Otro aspecto clave era evaluar lo fácil o difícil que sería defender ese terreno, por ello, las ciudades solían edificarse en zonas elevadas, ya que eran menos propensas a sufrir ataques.
Las rutas comerciales también tendían a llenarse de ciudades que se beneficiaban de su dinamismo, al facilitar a los habitantes el acceso a bienes necesarios para cubrir sus necesidades.