El reloj de la torre de la Puerta del Sol está revisado, engrasado, ajustado y preparado para que las manecillas sigan su camino hacia la medianoche de este 31 de diciembre de 2025.
En el mecanismo se ha establecido un retardo de tres segundos entre campanada y campanada. Tiempo suficiente para comerse las uvas sin atragantarse, dice el maestro relojero Jesús López-Terradas.
Él es el conservador de este reloj inaugurado en 1866 y fabricado por José Rodríguez Losada siguiendo la precisión de las maquinarias que ya había diseñado para los cronómetros de la Armada Española.
Esta medianoche, mientras unos celebren la llegada del nuevo año siguiendo las 12 campanadas desde sus casas o en la misma Puerta del Sol, Jesús López-Terradas estará junto al reloj, en la torre, pendiente que todo ocurra como debe ocurrir. Su cena de Nochevieja será, probablemente, un bocadillo.