El papa Francisco rindió hoy en Kampala homenaje a los mártires ejecutados a finales del siglo XIX por el rey de Uganda Mwanga II, quienes en su fe "buscaron el bien de todos, incluso del mismo rey que les condenó por su credo cristiano. Su respuesta -dijo- buscaba oponer el amor al odio".
El homenaje de Francisco comenzó con una visita al santuario anglicano de los mártires de Namugongo, en las afueras de Kampala, donde rezó de rodillas una oración por ellos.
Después se trasladó al santuario de los mártires católicos, donde ofició un misa que concentró a cerca de 300.000 personas, el acto central de su visita a Uganda, el mayor auditorio que ha reunido desde que aterrizó el miércoles pasado en África.
Ante una congregación entregada a cada palabra, que esperó durante horas su llegada entre incesantes cánticos y bailes, el pontífice evocó la memoria de los mártires, cuyo sacrificio alcanzó "los confines de la Tierra".
Su muerte, según Bergoglio, revela la necesidad de "acercarnos a los necesitados" y de "cooperar con los otros por el bien común, para construir, sin excluir a nadie, una sociedad más justa".
El papa también llamó a "abrir los ojos a las necesidades que encontramos en nuestras casas y comunidades locales".
"También en esto los mártires de Uganda nos indican el camino. Su fe buscó el bien de todos, incluso del mismo rey que les condenó por su credo cristiano. Su respuesta buscaba oponer el amor al odio", enfatizó.
Los "héroes nacionales" también estuvieron presentes en el posterior encuentro con jóvenes que se celebró en el aeródromo de Kampala, donde hubo momentos de tensión por la contención con vallas de una masiva afluencia de fieles, unos 150.000, según el Vaticano.
Allí, prescindiendo de su protocolario discurso, les animó a descartar la cultura consumista actual de "usar y tirar", que como remarcó en la siguiente visita a un centro de caridad, induce a "despreciar a los niños no nacidos, a los jóvenes y a los ancianos".
Sus últimas palabras de recuerdo a los mártires sonaron en la catedral de Kampala: "no pierdan la memoria de esta semilla, para que así pueda seguir creciendo".
El rey Mwanga II ordenó ejecutar de manera salvaje a los 45 mártires de Uganda a finales del siglo XIX por defender su credo, pero logró un efecto contrario a sus intenciones pues el cristianismo se expandió rápidamente en sus dominios.
El primer mártir en morir fue Joseph Musaka, mayordomo personal del monarca, asesinado en noviembre de 1885 por reprochar a su señor que mantuviera relaciones homosexuales y pedirle que no matara al obispo James Hannington, un misionero anglicano recién llegado a sus tierras.
Después de este incidente, el soberano pidió a sus guardias que reunieran a todos los cristianos de la corte y les dio a elegir entre cristianismo o muerte, y todos eligieron muerte.
El rey mató a 45 cristianos -23 anglicanos y 22 católicos- entre 1885 y 1887, y hoy el papa les recordó como "héroes nacionales" y pidió que se abrazara su ejemplo para construir una sociedad más justa, sin apenas abordar otro asunto durante toda la jornada.
Quienes confiaban en escuchar un mensaje que aliviara la extrema situación de persecución que padece la comunidad homosexual ugandesa, esperanzados por los gestos que el papa ha expresado hacia este colectivo, solo obtuvieron silencio.
El pontífice volará mañana a la República Centroafricana para iniciar la tercera y última etapa de su viaje a África, escala que el Ejército francés -desplegado en la zona- desaconsejó por el recrudecimiento de la ola de violencia que vive el país desde hace dos años.
Sin embargo, la expectación generada por la visita papal parece haber devuelto cierta normalidad a la capital, donde aún no han cesado los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes.
Según explicaron a Efe fuentes del comité organizador de la visita, el Gobierno de transición, las autoridades religiosas y la mayoría de la población perciben la llegada del pontífice como una nueva oportunidad para rebajar la tensión antes de las elecciones del próximo mes.