El mundo musulmán celebró hoy el primer día de la Fiesta del Sacrificio, en la que millones de carneros y también terneros fueron degollados para recordar cómo Ibrahim (Abraham), según la tradición musulmana, sacrificó a su hijo Ismael por amor a Alá (Dios).
A excepción de algunos países, como Marruecos o Argelia, que comenzarán mañana debido a que las festividades musulmanas se rigen por el calendario lunar, la conocida como Fiesta del Cordero o "Eid al Adha" llegó hoy a las calles y casas del mundo musulmán.
En Egipto, su capital amaneció engalanada de luces y adornos que poblaban plazas como la de Mustafa Mahmud, en el acomodado barrio de Mohandisín.
Miles de fieles iniciaron la festividad a primera hora de la mañana con la oración del Eid, en frente de la mezquita que toma el mismo nombre de la plaza.
A su lado, vendedores de globos, barbacoas y alfombras de plástico aprovecharon el día festivo para ganar algunas libras.
A escasos 50 metros, Isam Abu al Wafa, de 39 de edad, explicó a Efe que trabaja degollando carneros desde los 14 años, una "afición" que complementa su sueldo de chófer.
"No impongo un compromiso previo con los clientes, cada uno me da lo que quiere", dice. Esta cantidad, según varios hombres que contratan sus servicios, oscila entre las 70 y 100 libras egipcias (10 y 14 dólares aproximadamente).
En el modesto barrio de El Cairo Islámico, los vecinos aclamaron la llegada del carnicero, quien, ayudado por varios jóvenes, degolló de varios tajos a un ternero.
Con el animal todavía dando sus últimos coletazos, los niños que presenciaban la escena se acercaron para mancharse las manos con la sangre que salía a borbotones, como símbolo de buena suerte.
Después, los adultos comenzaron a quitarle la piel al ternero y prepararlo para que más tarde las mujeres, sentadas en primera fila, preparasen hoy las vísceras y mañana la carne roja.
"Reparto la carne para nosotros, los parientes y los pobres", dijo a Efe Walid Abdulaziz, un comerciante de 42 años propietario del ternero.
Los menos favorecidos no pueden permitirse la compra de un carnero que, como mínimo, cuesta alrededor de 300 dólares, por lo que se ven obligados a ir por las carnicerías y hogares pidiendo el tercio de carne que, por tradición egipcia, se destina a limosna.
Más complicada que en Egipto es la situación en zonas de conflicto, como Libia, Siria o Irak.
Sin embargo, en la capital libia, Trípoli, reinó la calma, sobre todo por el desplazamiento de muchos habitantes de la ciudad a sus localidades natales para celebrar la fiesta en familia.
En Siria, el presidente Bachar al Asad acudió al rezo en la mezquita de Nuaman Ben Nachir, en una de sus escasas apariciones públicas, en Damasco, que continúa relativamente alejada del conflicto que asuela el país.
La ofensiva del grupo yihadista Estado Islámico continúa también en Irak, lo que ha empañado la fiesta a sus ciudadanos suníes, que la celebran hoy, y chiíes, que lo harán mañana.
"No siento que sea fiesta porque mi primo murió antes de ayer y estamos muy tristes. Espero que el nuevo Gobierno iraquí pueda reconstruir las fuerzas para que nos protejan de los malvados" dijo a Efe Ahmed al Abasi, de 45 años.
"Eid al Adha" se convierte en "Aid al Kabir" en los países del Magreb, como Marruecos, Argelia o Túnez, donde este año y el pasado la producción nacional no ha bastado y han tenido que importar 6.000 carneros de España.
En Marruecos se preparan platos como el Bulfaf, unas brochetas de hígado a la brasa recubiertas con grasa del mismo animal.
Sus vecinos argelinos celebran la fiesta en las casas y en la calle, adonde salen los niños vestidos con sus mejores galas y las manos llenas de "henna", un polvo amarillo o rojo extraído de una planta que se utiliza para hacer tatuajes temporales.
El "Eid al Adha" marca el tercer día de la peregrinación musulmana a la ciudad santa saudí de La Meca.
Los más de dos millones de musulmanes que cumplen este año con el también denominado "hach" ya han ascendido al monte Arafat, lanzado guijarros contra columnas de piedra que marcan las tentaciones del diablo, y rodeado siete veces la "Kaaba", una construcción cúbica en la que se encuentra la piedra negra, que los musulmanes consideran un pedazo del paraíso.
Solo les quedan dos ritos: cumplir la segunda fase de la lapidación del diablo en la vecina zona de Mena y dar siete vueltas más como despedida a la "Kaaba". Una vez hecho, ya podrán dormir tranquilos, pues habrán cumplido con uno de los cinco pilares del islam, junto a la oración cinco veces al día, la limosna a los pobres, el testimonio de fe y el ayuno en el mes de ramadán.