Este próximo domingo se procederá al tradicional cambio de hora con el objetivo de ahorrar energía, de forma que cuando den las 3.00 de la madrugada hay que retrasar los relojes de nuevo hasta las 2.00 horas (en Canarias, las dos de la madrugada pasarán a ser de nuevo la una).
El cambio de horario se remonta al año 1974, tras la primera crisis del petróleo. Más tarde, en 1981, se aprobó una directiva de la UE, que ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años, de manera que en todos los Estados miembros se hace esta modificación horaria.
Desde la aprobación de la Novena Directiva, por el Parlamento Europeo y Consejo de la Unión, en enero de 2001, este cambio se aplica con carácter indefinido. Dicha directiva está incorporada al ordenamiento jurídico español por Real Decreto 236/2002, de 1 de marzo.
Según el real decreto que transpone en España esta norma comunitaria, el horario de invierno se inicia a las tres de la madrugada del último domingo de octubre, hora en la que los relojes se retrasan 60 minutos. Ese día (que en 2012 es el 28 de octubre) tiene, por lo tanto, una duración oficial de 25 horas.
Por su parte, el horario de verano comienza el último domingo de marzo de cada año, a las dos de la madrugada. En esta ocasión, la hora oficial española se adelanta 60 minutos, por lo que ese día tiene una duración oficial de 23 horas.
Con este cambio de horario, según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), Entidad Pública Empresarial del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el potencial de ahorro en España puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminción, equivalente a unos 300 millones de euros. De esa cantidad, 90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar. Los 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
AFECTA SOBRE TODO A NIÑOS Y MAYORES
El cambio de hora de este domingo, en el que los relojes deberán atrasarse 60 minutos, afectará fundamentalmente a niños y personas mayores, que son los que, en general, suelen tener más problemas de sueño y quienes, por lo tanto, acusarán en mayor medida las "leves" molestias que genera a veces esta modificación horaria.
Según la secretaria general de la Sociedad Española del Sueño, Milagros Merino, los principales trastornos que se derivan de este tipo de variaciones en el reloj son cansancio, dolor de cabeza y, en ocasiones, trastornos alimentarios. En cualquier caso, explicó la experta, son trastornos "leves" que pasan en "tres o cuatro días" y que, en esta ocasión, se aprecian en menor medida que los notados con la llegada del horario de verano.
Al margen de los problemas puntuales que puedan generar las variaciones horarias de otoño y primavera, los españoles, en general, no siempre duermen bien, ya que el 21% de los adultos y hasta el 30% de los niños tienen trastornos de sueño, indicó la doctora Merino.
Para dormir bien, ahora y el resto del año, la Sociedad Española del Sueño recomienda "aplicar la sensatez" al hábito de irse a la cama y no realizar antes tareas que requieran esfuerzo para el cerebro, como puede ser visualizar y responder correos electrónicos.
Tampoco es aconsejable, a juicio de los expertos en sueño, ver la tele en la cama, ya que el cerebro asocia la actividad a algo lúdico y porque, además, la pantalla de televisión, como la del ordenador o las tabletas, quita el sueño.