Un año después de un milagroso rescate que dio la vuelta al mundo, los 33 mineros de Atacama se esfuerzan por rehacer sus vidas y enfrentar unas penurias económicas que no se desvanecieron con la súbita fama que les dio el derrumbe de su yacimiento en el desierto chileno. Casi ninguno podía imaginar que tras ser tratados en el Hospital de Copiacó nada más salir de la mina, sus secuelas iban a perdurar a los doce meses. Quince de ellos siguen de baja y otros tantos tienen diabetes, silicosis o problemas para conciliar el sueño en la oscuridad.
Conocidos como "los 33 de Atacama", estos humildes trabajadores se vieron envueltos de la noche a la mañana en una vorágine de viajes, homenajes y reconocimientos. Pero si alguien se imaginó un futuro de fama y dinero, se equivocó completamente, y aunque sus vidas cambiaron, ninguno es millonario, y algunos incluso están peor que hace un año. Víctor Segovia, el "minero escritor", no puede volver a la mina y se gana la vida como chófer. Tiene suerte porque otros o no trabajan o lo hacen en la venta ambulante. Las penurias económicas también agobian a Pedro Cortés, que tiene 27 años y una hija. "No he recibido ninguna ayuda, no tengo seguro de salud ni pensión".
Pero Cortés, que está terminando sus estudios gracias a la ayuda de un ciudadano suizo que se enteró de su historia por la prensa, recalca que la "excelente relación" con su familia le hace sentirse feliz.
Sin embargo, también hay quien ha vivido un infierno personal. Es el caso de Edison Peña, famoso por sus imitaciones de Elvis Presley y porque hacía deporte dentro de la mina San José para soportar el encierro. Peña, que esta semana ingresó en un centro de rehabilitación, relató que la fama acrecentó sus problemas con las drogas y el alcohol, y que a pesar de que ganó mucho dinero con las entrevistas exclusivas y los derechos de autor, ahora está en la miseria.
Los catorce mineros de más edad recibieron a finales de agosto una pensión equivalente a 540 dólares mensuales que les permitirá jubilarse. Para ganarse la vida, un grupo de mineros -entre ellos Mario Sepúlveda- se dedica a recorrer el mundo dando charlas de motivación. Algo que ha quebrado la relación entre los mineros porque unos acusan a otro de haber sacado provecho personal de la tragedia. Quebrado también está el pacto de silencio que todos sucribieron. Samuel Ávalos acaba de contar que los primeros días pensaron en el canibalismo, algo que rescatistas como Omar Reygadas aseguran que formaba parte de una broma porque con el aniversario se intentan cerrar heridas. Unas heridas que permanecen abiertas con el gobierno al que piden indemnizaciones y con ellos mismos. Quizá lo comprendamos cuando salga a la luz el libro que prometieron con todos los secretos de su aislamiento.
Mientras la vida de los mineros vuelve a una relativa normalidad, el productor de Hollywood Mike Medavoy trabaja para llevar a la gran pantalla la epopeya de "los 33 de Atacama". La película se basará en un libro del periodista estadounidense y premio Pullitzer Héctor Tobar basado en el cuaderno de bitácora de Víctor Segovia.