Indicios fehacientes de monóxido de carbono en el disco de una galaxia activa, no afectado por el chorro de gas ionizado que despide su agujero negro, agranda uno de los enigmas de la astrofísica.
Según un modelo muy difundido que explica la formación y evolución de las galaxias y los agujeros negros supermasivos, la radiación emitida por los centros de las galaxias, donde se encuentran los agujeros negros supermasivos, podría incidir considerablemente en la presencia de gas molecular (como el CO) y las actividades de formación estelar en las galaxias.
Nuevos resultados del telescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), sin embargo, muestran que el chorro de gas ionizado proveniente del agujero negro supermasivo no afecta necesariamente a la galaxia que lo alberga.
"La coevolución de las galaxias y los agujeros negros supermasivos pasa a ser aún más intrigante con este resultado", afirma Yoshiki Toba, del Instituto de Astronomía y Astrofísica Academia Sinica (ASIAA, Taiwán), quien encabezó la investigación. "El próximo paso es buscar más datos sobre este tipo de galaxia. Será crucial para entender a cabalidad la formación y evolución de galaxias y agujeros negros supermasivos".
Uno de los principales desafíos de la astronomía moderna ha sido entender cómo se formaron y evolucionaron las galaxias durante los 13.800 millones de años de vida que tiene el Universo. Los estudios realizados a la fecha ya revelaron que casi todas las galaxias masivas encierran un agujero negro supermasivo en el centro. Y los últimos hallazgos revelaron la existencia de una estrecha correlación entre la masa del agujero negro y la de su galaxia. De esa correlación se deduce que los agujeros negros supermasivos y las galaxias que los albergan evolucionaron juntos e interactuaron, un fenómeno conocido como coevolución.
El chorro de gas proveniente de un agujero negro supermasivo empezó a llamar la atención recientemente debido a la posibilidad de que tuviera un papel clave en la coevolución.
Hay un amplio consenso en torno a la teoría de que la intensa radiación emanada del centro de la galaxia, donde se encuentra el agujero negro supermasivo, ioniza el gas circundante e incluso afecta el gas molecular a partir del cual se forman estrellas. Así, la intensa radiación activaría o inhibiría la formación de estrellas en las galaxias.
Dicho esto, "los astrónomos no entienden la verdadera relación entre la actividad de los agujeros negros supermasivos y la formación de estrellas en las galaxias", señala Tohru Nagao, profesor de la Universidad de Ehime. "Por eso, muchos astrónomos -incluidos nosotros - quieren observar la escena real de interacción entre el chorro nuclear y las actividades de formación estelar para resolver el misterio de la coevolución".
El equipo estudió un tipo específico de objeto, conocido como galaxia oscurecida por el polvo, que tiene un rasgo distintivo: en vez de ser muy tenue en la luz visible, es muy brillante en el espectro infrarrojo.
Los astrónomos creen que las galaxias oscurecidas por polvo albergan agujeros negros supermasivos en constante crecimiento en sus núcleos. En particular, WISE1029 (o WISE1029+0501) despide un chorro de gas ionizado por la intensa radiación de su agujero negro supermasivo. WISE1029 es conocida por ser un caso extremo, lo cual ha motivado a los investigadores a estudiar su gas molecular.
Gracias a la sensibilidad de ALMA, ideal para estudiar las propiedades del gas molecular y de los procesos de formación estelar de las galaxias, los astrónomos basaron su investigación en la observación del CO y el polvo frío de la galaxia WISE1029.
Tras un análisis detallado, para su sorpresa no detectaron cantidades significativas de gas molecular. Por lo demás, tampoco se detectó la activación ni la supresión de actividades de formación estelar. Esto significa que el fuerte chorro de gas ionizado que sale del agujero negro supermasivo de WISE1029 no afecta mucho ni al gas molecular circundante ni al proceso de formación estelar.