Se conoce como anosmia la pérdida del olfato y hay en España cerca de 400.000 personas que la sufren.
Carecer de la facultad olfativa, y por tanto no tener posibilidad de darnos cuenta de un peligro o de la falta de higiene, tiene tratamiento.
No es necesario tener conocimientos científicos para saber la importancia que tienen los sentidos para nuestra vida. Toda la realidad que percibimos llega a nosotros a través de estas vías y si alguna de ellas falla, esto afecta las rutinas diarias, sean las fisiológicas o las sociales.
Las personas que padecen anosmia también tienen problemas con el gusto, pues ambos sentidos están muy relacionados.
Entre los factores que provocan la pérdida del olfato están la congestión nasal: producto de un resfriado fuerte, alergias frecuentes, sinusitis crónica o una mala calidad del aire que se respira. Los pólipos nasales: pequeños crecimientos de origen benigno que aparecen en la nariz y que bloquean las vías nasales.
También las lesiones en los nervios nasales y del olfato: producto de intervenciones quirúrgicas o traumas en la cabeza. O una exposición continuada a productos químicos tóxicos: pesticidas, disolventes, productos de limpieza, humo de cigarro, etc. Puede darse también por abuso de medicamentos: antibióticos, antiinflamatorios, antidepresivos, calmantes, entre otros, o adicción a las drogas: cocaína, crack, etc.
Aparece también por vejez, ya que cuando envejecemos los sentidos suelen tender a una disminución, especialmente el olfato que merma después de los 60 años. Y puede estar provocada también por ciertas enfermedades: esclerosis múltiple, Alzheimer, Parkinson, trastornos hormonales, etc. O por radiación: producto del tratamiento del cáncer de cabeza y cuello.
LOS SÍNTOMAS
El síntoma más obvio y determinante de que una persona padece anosmia es la pérdida de la capacidad de oler, pero también puede manifestarse primeramente un cambio en la forma en que huelen las cosas, aquellas que le son familiares comienzan a no tener olor alguno.
Si ha sido solo una oclusión temporal, debido a un catarro o alergia, la deficiencia desaparecerá en breve, más si después de una o dos semanas el problema persiste, es aconsejable visitar al doctor pues puede ser una señal de algo más severo.
La anosmia producto de un catarro se resuelve usando descongestionantes que abren las fosas nasales y favorecen la respiración. Por lo general la curación es a corto plazo, a menos que haya una infección mayor de algún germen y, en ese caso, el especialista indica el antibiótico correspondiente.
Si la causa es la existencia de pólipos, el tratamiento a seguir es la cirugía, mediante la cual se extirpan las formaciones no cancerígenas y se elimina la obstrucción. La recuperación del olfato es entonces inminente.
Los pacientes fumadores deben dejar el hábito, en muchos casos redescubren nuevos sabores que habían perdido como consecuencia de la anosmia, y por ello suben de peso.
Los alérgicos, por su parte, reciben tratamiento para reducir las infecciones crónicas de sus vías respiratorias. Es frecuente el uso de los corticosteroides para tratar esta afección.
Lamentablemente la anosmia no siempre es tratable. Es el caso de las afectaciones de los centros nerviosos relativos al sistema nasal o las deficiencias de la vejez. Sin embargo, se pueden tomar medidas para que estas personas mantengan una mejor calidad de vida y estén seguras, como son los detectores de incendios o alarmas de humo.
INVESTIGACIONES PIONERAS
Las últimas investigaciones sobre la anosmia son esperanzadoras, sobre todo para quienes la padecen de forma congénita. Un equipo de científicos ha restaurado el sentido del olfato en ratones con un trastorno genético humano que causa anosmia congénita, es decir, la incapacidad innata de percibir olores.
El nuevo tratamiento emplea terapia génica para conseguir que los cilios, componentes celulares esenciales para la función olfativa, puedan crecer. Estas estructuras con forma de cabello están implicadas en múltiples enfermedades, tal y como explican los autores en la revista Nature Medicine.
Los trastornos son causados por defectos en los cilios, proyecciones de las células en forma de "pelillos" que les ayudan a percibir su entorno
El equipo de investigadores, dirigido por Jeffrey R. Martens, de la Universidad de Michigan, utilizó un adenovirus para introducir una copia sana del gen causante de la anosmia en los ratones, que afectaba a los niveles de proteína IFT88. De este modo querían averiguar si la reintroducción de las proteínas perdidas podría restaurar los cilios de las neuronas sensoriales olfativas y devolver la capacidad de oler.
Durante tres días consecutivos, los ratones recibieron una terapia intranasal de suministro de genes y luego descansaron 10 días para que las neuronas sensoriales infectadas expresaran la proteína IFT88 codificada por el virus. Trasncurrido este tiempo, se probó la capacidad olfativa de los ratones.
Las respuestas, medidas en el tejido celular y los niveles sinápticos, indicaron que todos los ratones habían recuperado la función olfativa.