Tras la sustitución de Antonio Miguel Carmona, todas las miradas se centran en la aritmética municipal en el ayuntamiento de la capital. Manuela Carmena necesita de los votos de todos los concejales socialistas para gobernar.
Y muchos no están conformes con la designación de Purificación Causapié como nueva portavoz socialista. Ella ya ha dicho que su partido nunca pactará con el PP. Mientras en el seno del PSOE son los mismos militantes socialistas los que ven tras el cese de Carmona un desprecio a la militancia.
El terremoto en el grupo municipal socialista podría dejarse sentir en el propio Ayuntamiento. Ese es, al menos, el temor en PP y Ciudadanos. Cinco de los nueve concejales socialistas votaron a favor del relevo de Carmona, pero algunos dejaron claro que estaban en contra y que lo hacían para acatar la orden de Ferraz.
Esa fractura y algunas palabras han traído a primer plano la aritmética municipal. Manuela Carmena necesita los nueve votos socialistas para sacar adelante cualquier proyecto. Hay quien va más allá y apunta que una ruptura de voto podría sacar una adelante una hipotética moción de censura para la que habría que esperar un año
Aún peor, Carmona ha insistido en que va a seguir trabajando en el grupo. Su sucesora dice que es un cambio normal. Purificación Causapié insiste en no va a cambiar nada, que seguirán apoyando a Carmena, pero que serán más exigentes. Pero es tajante, no hay ninguna posibilidad de pacto con el PP para que Esperanza Aguirre para sea alcaldesa.
Ferraz y la dirección de los socialistas madrileños cierran filas en torno a Sara Hernández, tras el llamamiento de Carmona contra la dirección. Tomás Gómez asegura que no hay "ninguna razón" para la destitución y que ello responde a "un control interno" y tres corrientes critican públicamente el cese.
Falta de democracia, coinciden Enrique del Olmo, líder de la corriente Gana Madrid, Izquierda Socialista y más Izquierda Madrid. De momento, Antonio Miguel Carmona se ha ido de vacaciones.