Atrás ha quedado la festividad de San Isidro de Francisco de Goya y Lucientes, porque el Madrid de finales de siglo de XVIII ha sido cambiado por la multiculturalidad que caracteriza a un Madrid donde chulapos y la música latinoamericana convergen en común.
La pradera de San Isidro ha celebrado un año más, al otro lado río, cerca de Carabanchel, la romería en honor al patrón de Madrid y desde primera hora de la mañana cientos de castizos y devotos han acudido esta mañana a la ermita de San Isidro para beber y llevarse el agua, según la tradición, para que el resto de no tan devotos aprovechen la festividad en modo camping.
La pradera se ha llenado de cientos y cientos de personas que han aprovechado un día soleado, con temperaturas agradables, para hacer honor a su patrón y disfrutar del ambiente que se mezclaba con lo castizo y lo multicultural.
Como cualquier romería que se precie, el olor a la parrilla de chorizos y pollos asados inunda el ambiente, la cerveza riega la pradera y se introduce la multiculturalidad que caracteriza Madrid, con mojitos de hierbabuena o cannabis, músicos peruanos y personajes disfrazados de Pikachu o del personaje de la película "Alien".
Poco importa, porque toda persona que haya vivido en Madrid sabe que siempre será acogido y podrá sentirse como una más dentro de esta gran ciudad.
En la pradera, con algodón de azúcar en la mano, Carolina de 23 año cuenta que es la primera vez que acude a esta festividad a celebrar las fiestas en la Pradera, a pesar de que en su niñez acudiese de chulapa a los bailes de la Plaza Mayor.
"Estoy encantada del ambiente que te transporta a tu infancia", ha asegurado, y ha reconocido que aunque haya acudido a festividades locales alrededor de Europa, "no hay nada más grande que San Isidro".
No sólo los madrileños homenajean al patrón. Madrid se nutre de diferentes culturas que conviven con los más castizos pero todos se sienten parte de la capital.
Desde lo más recóndito, como Puerto Rico, está Alberto, que lleva siete años viviendo en el madrileño barrio de Cuatro Caminos y celebra, año a año, la festividad el patrón.
"Madrid me gusta porque a pesar de no nacer aquí te acoge como si lo fueras", afirma a Efe este puertoriqueño.
Las parrillas no han parado de cocinar calamares, chorizos o pollos asados, juntos a los tradicionales entresijos y gallinejas, y los puestos saturados de clientes con ansias de comer han copados las calles de casetas.
Por supuesto, poco ha importado la hora para ver a la gente comiendo rosquillas del Santo, café o copa en mano, porque lo importante es gozar de la comida y el buen ambiente.
Músicos peruanos han animado con su flauta de pan una pradera llena de personas vestidas de chulapos y chulapas, sin importar su edad.
De hecho, los niños han disfrutado de este día haciendo la "croqueta" por los jardines verdes del Parque de San Isidro.
Un "mini-chulapo" ha pedido a su madre, "Mamá, cómprame un barquillo", mientras un grupo de adolescentes, que han venido desde sus casas equipados con una nevera con provisiones, escuchaba en sus altavoces rap.
Esto es San Isidro y esto es Madrid, un lugar donde todo visitante se siente en casa.