Los detalles de la operación Ébano son sorprendentes. 150 detenidos de clan de los búlgaros y de los boxeadores, 27 millones incautados en billetes de 50, bienes por valor de 75 millones y más de 300 kilos de cocaína. Todo eso unido a la intención de compra de la terminal de carga del aeropuerto de Ciudad Real para traer la droga. Los rompecostillas hacían honor a su nombre.
Varios de los detenidos por esta actividad tenían delitos de sangre previos y muchos de ellos están vinculados al el club deportivo Barceló de Madrid, del que es dueño Lauro Sánchez.
Algunos de los miembros de este escalafón, el más bajo de la organización y encargados de hacer "el trabajo sucio", se caracterizan por su falta de escrúpulos y uno de ellos solía decir a sus conocidos: "Cuando me veáis con traje, alguien va a morir".
En esta organización los errores se pagaban caros, como demuestra el hecho de que uno de los encargados de hacer llegar un gran cargamento con droga a un puerto español fue llamado a Colombia para rendir cuentas y a los pocos días fue hallado muerto.