Terminados los exámenes de la selectividad, los estudiantes se fueron en tromba a celebrarlo y uno de los lugares elegidos fué el Campus de la Universidad Complutense de Madrid.
La masiva fiesta estudiantil, que duró hasta la madrugada, generó toneladas de basura que la mayoría de los participantes no recogió, ni siquiera la que ellos mismos habían generado. Ensuciaron, pero no limpiaron.
No obstante, un grupo de estudiantes decidió recoger los desperdicios que inundaban el suelo de la explanada en la Ciudad Universitaria y bien avanzada la madrugada seguían con esta labor.
Fue a iniciativa de una estudiante, Irene, a la que se sumaron varios estudiantes, aunque con seguridad no iban a poder completar la ingente tarea. “Si cada uno recogiéramos lo nuestro –manifestó Irene- ya estaría hecho. Aquí hay mogollón de basura y haremos lo que podamos”. Palabras que suscriben los jóvenes que la acompañan.
Sin embargo, al amanecer se comprueba la magnitud de la basura que invade todo el campus. Los trabajadores de la limpieza comienzan la recogida y se quejan de la falta de previsión. A su juicio, se sabe con anticipación que van a celebrarse estos botellones y hay falte de previsión y organización por parte del Rectorado. Hay cubos repartidos, pero dicen que si hubiesen puesto más en el parque colindante a la Facultad de Periodismo la cantidad de basura sería menor.
