Al menos 3.373 personas murieron y 7.558 están desaparecidas a causa del terremoto del viernes pasado en el noreste de Japón, según el último recuento facilitado hoy por la policía nipona.
La cifra final de víctimas podría todavía aumentar en algunos municipios de las provincias más afectadas, Iwate, Miyagi y Fukushima, donde hay miles de personas todavía sin localizar.
Unos 100.000 soldados japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, continúan peinando la zona devastada en busca de supervivientes atrapados bajo los escombros o arrastrados mar adentro por una ola gigante que alcanzó diez metros de altura.
El Gobierno japonés informó hoy de que ha rescatado a 25.000 personas después del terremoto de 9 grados y posterior tsunami del viernes.
Más de medio millón de evacuados vive ahora en unos 2.500 refugios temporales, muchos de los cuales no tienen agua potable o electricidad.
Por cuarto día consecutivo, los equipos de rescate se enfrentan a la doble tarea de remover las ruinas y escombros en el litoral en busca de cuerpos y de llevar ayuda a los damnificados en zonas aisladas como Oshima, una pequeña isla frente a la costa de la provincia de Miyagi. Allí fueron encontradas esta mañana con vida cerca de 1.300 personas que escaparon del seísmo de 9 grados de magnitud en la escala Richter y posterior tsunami.
Entre 7.000 y 8.000 residentes en Oshima perdieron sus casas y se han refugiado en escuelas, aunque están incomunicados y se desconoce si tienen provisiones suficientes. Y todavía no se sabe nada desde el viernes sobre unos 7.500 residentes de Minamisanriku, la mitad de la población del pueblo de Miyagi engullido por el mar, aunque la Policía cree que podrían haberse refugiado en localidades cercanas como Tome.
Un total de 2.000 residentes de Minamisanriku fueron localizados hoy con vida, por lo que hay esperanzas sobre sus vecinos. El gobernador de Miyagi, Yoshihiro Murai, indicó que en estos momentos el mayor problema es la carencia de combustible y material sanitario en los hospitales, donde están racionando las medicinas. Los tanatorios no dan abasto para almacenar los cadáveres, se necesitan urgentemente más ataúdes y sus trabajadores se quejan de que los constantes apagones no les permiten mantener refrigerados los restos mortales.
Cuatro días después del seísmo, no está claro si a estas alturas todavía se encontrará a mucha más gente con vida, aunque una mujer de 70 años fue rescatada esta mañana en la provincia de Iwate y el total de supervivientes asciende a 25.000. El primer ministro nipón, Naoto Kan, ordenó a los soldados fijar como prioridad asistir a los damnificados junto a cientos de voluntarios extranjeros especialistas en situaciones de emergencia. "Continuaremos con el rescate, pero hay tanta gente que necesita ayuda en los centros de refugiados que debemos gradualmente redirigir nuestros esfuerzos a satisfacer sus necesidades", declaró Kan a la televisión NHK.
Más de medio millón de evacuados vive ahora en unos 2.500 refugios temporales, muchos de los cuales no tienen agua potable o electricidad. Tokyo Electric Power, la principal operadora en la zona, continuó esta jornada con sus cortes rotatorios en provincias aledañas a la capital para garantizar el suministro en las zonas afectadas y prevé extender las interrupciones si no se soluciona el déficit en la capacidad de generación.
Además, en partes del noreste del país se espera que a partir de esta noche las temperaturas caigan varios grados, sin estufas o mantas con las que resguardarse del frío para todos. Tokio agradeció la solidaridad de los 102 gobiernos extranjeros -entre ellos de países muy pobres como Afganistán o Timor Oriental- que han ofrecido algún tipo de ayuda a Japón, que sufre su mayor crisis desde la II Guerra Mundial. La catástrofe incluso ha movilizado a naciones en teoría enemigas como China o Rusia, mientras Corea del Norte emitió un escueto mensaje de condolencias a través de su la oficina de Cruz Roja.
Los niveles de radiación al norte de Tokio (Japón) superan en diez a los normales
Los niveles de radiación en la ciudad de Maebashi, unos 100 kilómetros al norte de Tokio, multiplican por diez los valores normales, ha informado la agencia Kiodo, que cita al Gobierno local.
Los niveles en la capital son ahora más altos de lo habitual en yodo y cesio, pero las autoridades tokiotas aseguran que "no son un problema en absoluto". En la cercana Saitama estos niveles son 40 veces superiores a los normales. Las últimas informaciones apuntan a que los habitantes de la capital nipona hacen acopio de enseres e incluso huyen a otras zonas ante el incremento de la radiación. Las autoridades han emitido alertas en este sentido.