Grecia vive la jornada de reflexión previa a las elecciones anticipadas y, tras una breve campaña de tan solo tres semanas, la sensación generalizada en la calle es de decepción y descorazonamiento.
Nada en esta campaña se parece a la que Grecia vivió hace tan solo ocho meses, cuando el izquierdista Syriza rozó la mayoría absoluta y su líder, Alexis Tsipras, fue aclamado como una estrella.
Fuera de los actos electorales a los que por naturaleza acuden los seguidores de los respectivos partidos, la sensación que se percibe es la de que el espíritu abstencionista se ha apoderado de los griegos.
Los sondeos dan un una lucha reñida entre Syriza y los conservadores de Nueva Democracia, si bien en las encuestas de última hora publicadas el viernes, todos los institutos veían por delante al partido de Tsipras, con una ventaja que oscilaba entre medio y tres puntos porcentuales.
Sin embargo, los institutos coinciden en que en estas elecciones hay una serie de importantes incógnitas, como el elevado grado de indecisos y de abstención.
La mayoría de los institutos sitúan el porcentaje de indecisos entre el 10% y el 15%, mientras que el grado de los que dicen que no van a votar o entran en el apartado no sabe/no contesta ronda también el 10%.
En Grecia el voto es obligatorio, con excepciones que dependen de una serie de factores, pero en la práctica no se multa al que infringe la ley.
A todos ellos se dirigió Tsipras con especial atención en la recta final de su campaña, consciente de que la indecisión daña más a Syriza que a Nueva Democracia, que tiene un arraigo de voto mucho más elevado.
En el mitin final celebrado anoche en la céntrica plaza de Syntagma, Tsipras apeló a los indecisos a no quedarse en casa, porque, dijo, "es necesario que no se pierda ni un solo voto".
"No dejemos que la abstención gane, porque la abstención no es una decisión antisistema, es lo que desea Nueva Democracia", dijo el líder izquierdista y agregó que "cada voto que se pierde para Syriza es un voto de confianza a la corrupción".
Muchos de los que en enero votaron por Syriza ahora se sienten defraudados y traicionados, no solo porque Tsipras no cumplió lo que prometió, acabar con las políticas austeridad, sino porque creen que "es como todos los demás".
"Después de tanta mentira, ¿cómo voy a darle mi voto?", dice Lina, una joven abogada que asegura que ni ella, ni su hermana, ni su marido, todos votantes de Syriza en enero, piensan acudir a las urnas.
"Nadie sonríe ya en la Grecia de hoy; en enero la esperanza estaba escrita en la cara de todos", añade.
Tsipras prometió acabar con los programas de rescate y firmó el tercer memorando; prometió subir los salarios y trajo más desempleo; prometió impulsar la economía, y logró que el país volviera a la recesión. Quien dice esto es el líder de Nueva Democracia, Vanguelis Meimarakis, el factor sorpresa en esta campaña electoral.
Nombrado presidente del partido de forma interina tan solo en julio, cuando el ex primer ministro Andonis Samarás dimitió del cargo, ha pasado de ser una solución provisional a ser el político más popular.
El hecho de que aventaje en popularidad a Tsipras no significa, sin embargo, que los ciudadanos vuelvan a confiar en su partido, que para muchos sigue representando los males del pasado: corrupción, nepotismo y despilfarro.
Meimarakis no quería estas elecciones, no solo porque el partido todavía no ha tenido tiempo de reordenarse internamente, y esa era su máxima prioridad, sino porque, de ganarlas, hereda una Grecia que en los próximos meses deberá cumplir más de 60 requisitos impuestos por los acreedores a cambio del rescate, muchos de ellos extremadamente impopulares.
El líder conservador ha prometido por ello que, pase lo que pase, Nueva Democracia buscará la responsabilidad compartida, y formará un Gobierno con el mayor número de partidos proeuropeos posible, y sobre todo, con Syriza.
Los de Syriza "negociaron (el tercer rescate) y conocen mejor que nosotros los compromisos que asumieron", señaló Meimarakis en una entrevista con Efe realizada pocos días antes de las elecciones.
Mientras tanto, el líder del izquierdista Syriza, Alexis Tsipras, instó a los griegos a dejar atrás las políticas "del pasado" en las elecciones que Grecia celebra el domingo y a apostar por el "futuro" que representa su formación durante el cierre de su campaña celebrado en una abarrotada plaza de Syntagma.
Todas las encuestas otorgan ventaja a Syriza frente a la conservadora Nueva Democracia en los comicios, que serán los más reñidos de los últimos 15 años.