El líder conservador Nikos Anastasiadis ha ganado hoy las elecciones presidenciales en Chipre, al obtener un 57,48 % de los votos, según los resultados definitivos publicados por el ministerio del Interior.
Su rival, el aspirante por el partido comunista AKEL, Stavros Malás, alcanzó un 42,52 % en esta segunda vuelta de los comicios.
La participación en esta segunda vuelta fue del 80,71 %, frente al 83,1 % de la primera ronda celebrada el pasado 17 de febrero, y el 89,6 % en 2008, añadió el ministerio.
"Es un voto de confianza a Anastasiadis para proceder a una serie de reformas de la economía, de la sociedad y del Estado", dijo el portavoz del candidato conservador, Tassos Mitsópulos, nada más conocerse el resultado oficial.
Mitsópulos anunció que Anastasiadis formará un Gobierno de salvación nacional, para restablecer la fiabilidad de Chipre en el extranjero, tanto política como económica.
La campaña de Anastasiadis ha estado marcada por el acento económico y el convencimiento de que Chipre no puede solucionar por sí sola la crisis económica que sufre, una de las mayores de su historia.
Nada más conocer su derrota, Malás salió a felicitar al ganador, al que prometió apoyar en "las políticas que vayan dirigidas al bien de la patria", porque, subrayó, "ahora urge la unidad de nuestro pueblo".
Malás afirmó, no obstante, que su partido se opondrá a "toda acción que no vaya en este sentido".
Claro fue el rechazo del secretario general de AKEL, Andros Kyprianu, hacia un Gobierno de gran coalición como el propuesto por Anastasiadis.
"No es posible que participemos en el Gobierno. Las diferencias con DISY son muy importantes, tanto ideológicas como políticas, en muchos ámbitos", dio Kyprianu en la sede de AKEL.
El candidato conservador jurará el cargo ante el Parlamento el próximo 1 de marzo.
Durante la campaña contó con el respaldo explícito del Partido Popular Europeo, que en enero se reunió ex profeso en Limassol para dar un espaldarazo al candidato conservador.
En junio de 2012, Chipre se convirtió en el quinto país de la zona euro en solicitar ayuda financiera a la "troika", y tras cerrar en noviembre un principio de acuerdo por un total de unos 17.500 millones de euros, está pendiente de materializarlo.
Unos 10.000 millones de euros de la ayuda se destinarían al rescate del sector financiero de Chipre, que salió maltrecho de la quita griega, al estar muy expuesto a la deuda helena.