La Unión Europea tratará de escenificar su unidad a la hora de afrontar la persistente crisis de las finanzas públicas por la que atraviesa la zona euro, durante la cumbre de jefes de Estado o Gobierno que se celebrará en Bruselas a partir de este jueves.
Ante las críticas vertidas por el supuesto retraso en reaccionar o las discrepancias públicas entre los dirigentes, el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durãao Barroso, pidió a los líderes que demuestren que la UE habla con "una voz" y "controla la situación".
"Lo que no necesitamos es un concurso de belleza entre líderes, una cacofonía de escenarios divergentes o anuncios que no van seguidos de acciones", señaló Barroso en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, donde pidió que no salgan a la palestra nuevos elementos de debate que oculten el mensaje principal.
A pesar de que la zona euro ha puesto en marcha mecanismos de emergencia para ayudar a sus estados con problemas financieros, no ha conseguido anular el nerviosismo de los mercados.
Después de Grecia, que fue rescatada en mayo con una ayuda de 110.000 millones de euros, en la que ha participado también el FMI, ha habido que socorrer a Irlanda con 85.000 millones más.
La presión se cierne ahora sobre la deuda de Portugal, y en menor medida la de España.
El Gobierno español también confía en que este Consejo Europeo transmitirá "un mensaje de unidad que eliminará incertidumbres" sobre la coherencia de la respuesta política y la voluntad unánime de enderezar la situación financiera de la Eurozona.
El intento de escenificar la unidad se refleja en las conclusiones de la reunión, que llegan prácticamente cerradas a la cumbre, incluido su asunto más espinoso: una reforma limitada del Tratado de Lisboa para permitir la creación de un mecanismo permanente de rescate más allá de 2013.
Inspirado en el paraguas de 440.000 millones de euros aprobado la pasada primavera para evitar el contagio de la crisis griega, la solución duradera es una de las exigencias que Alemania impuso a sus socios durante la anterior cumbre, con el apoyo de Francia.
Según las fuentes consultadas, sólo queda por zanjar un matiz exigido precisamente por Berlín, que pide que ese fondo sólo sea empleado en última instancia y cuando lo que esté en juego sea la estabilidad de la zona en su conjunto, y no simplemente cuando algún miembro tenga dificultades para financiarse en el mercado.
Pese a los llamamientos a la disciplina verbal, algunas voces relevantes se han alzado reclamando medidas de estabilización más ambiciosas, si se quiere de verdad cortar la hemorragia.
El presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean Claude Juncker, ha rescatado la idea de que la zona euro emita bonos conjuntamente, que se apoyarían en el atractivo del "bund" alemán, para abaratar la financiación a los países con problemas.
Sin embargo, Berlín ya ha dejado claro que el asunto -ante el que mantiene un rechazo frontal- no estará en la agenda de la cumbre.
Barroso consideró que "la idea es interesante" pero pidió a los líderes que se centren por el momento en soluciones de "consenso" y aplicables "rápidamente".
Otro de los asuntos que planean sobre la cita es la sugerencia de que se amplíe el fondo de rescate temporal.
La ministra española de Economía y Hacienda, Elena Salgado, apoyó hoy esta posibilidad, al decir que conviene que "la capacidad real de ese fondo coincida con su capacidad teórica".
Según ha explicado, la aportación de los socios del euro a la facilidad de estabilidad financiera diseñada en mayo tenía una "capacidad teórica" de 440.000 millones de euros, aunque su capacidad real de préstamo es menor.
Otra posibilidad para relajar las tensiones de los mercados de deuda es la de emplear parte del fondo en comprar títulos de deuda de los países afectados, tal y como está haciendo actualmente el Banco Central Europeo (BCE), una idea que es apoyada por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, pero a la que se opone Alemania.
El papel del BCE en la gestión de la crisis de deuda es otro de los temas que podría surgir de manera informal durante la cena, a la que también asistirá el presidente del Banco, Jean Claude Trichet.
El BCE estudia llevar a cabo una ampliación de su capital social para hacer frente a posibles pérdidas por el programa de compra de bonos, cuestión que será debatida por su consejo general mañana.
Este consejo tiene potestad para aumentar su capital hasta 10.000 millones de euros sin necesidad de preguntar a los gobiernos, aunque fuentes alemanas ya han expresado el apoyo de Berlín, que tiene la mayor participación en el capital del BCE.