Centenas de miles de personas desfilaron hoy en París en una gran manifestación que trata de forzar que el Gobierno francés dé marcha atrás a su proyecto de ley del matrimonio y adopción homosexual, que llegará al Parlamento a finales de mes.
Los manifestantes, para quienes se habían fletado más de 900 autocares, comenzaron el recorrido desde tres puntos de la capital a las 12.00 GMT para converger en la gran explanada del Campo de Marte, a los pies de la Torre Eiffel, en una gran fiesta final.
La plataforma "Manif pour tous", que convocó esta protesta y las marchas regionales celebradas en noviembre, consiguió teñir las calles de rosa, blanco y azul, los colores de los globos y carteles distribuidos con mensajes como "lo normal es un papá y una mamá".
El grupo, que prohibió el desfile de consignas individuales de partidos y organizaciones religiosas, dice no tener un propósito homófobo, sino luchar por que la unión homosexual no sea llamada matrimonio, por que no se extienda a las personas del mismo sexo la filiación y por que el proyecto sea sometido a referendo.
A falta de cifras definitivas, los medios calculan en "centenas de miles" el número de personas que han secundado la protesta, mientras que la ministra de Asuntos Sociales, Marisol Touraine, aseguró hoy en la cadena Canal+ que "sin duda ha habido menos" de las 400.000 personas esperadas.
"No importan solo las cifras, sino el mensaje y la calidad con que se transmite", indicó la cofundadora de "Manif pour tous" y humorista, Frigide Farjot, preocupada por el hecho de que, a su juicio, a los niños se les prive "voluntariamente de un padre o una madre" si se les considera por ley como nacidos de dos personas del mismo sexo.
Para el portavoz del colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales Inter-LGBT, Nicolas Gougain, con ese tipo de mensajes los organizadores están jugando con "el miedo a lo ajeno", y pese a las pretensiones de los convocantes, la homofobia implícita es inequívoca.
"Quienes se manifiestan hoy, en parte lo hacen por la inquietud sobre las consecuencias de ese proyecto de ley, pero son temores infundados, porque no tiene intención de cambiar los derechos de las familias heterosexuales, sino reconocer los de las homosexuales", indicó.
En esa misma línea se expresa el vicepresidente de SOS Homophobie, Michael Bouvard, para quien "cualquier lucha cuyo objetivo persiga excluir a las personas de un derecho es una discriminación".
El representante de esa ONG explicó a Efe que, aunque el controvertido proyecto de ley no es perfecto, sí constituye "un buen principio", en el que hay que seguir luchando para que reconozca el derecho de los homosexuales a acceder a la reproducción asistida o equipare la custodia compartida entre los dos cónyuges.
El texto, una reforma social que formó parte de las promesas electorales de presidente François Hollande, fue presentado en noviembre por el Ejecutivo, y ya entonces la derecha y diferentes confesiones religiosas mostraron su oposición.
Esta semana, y en apenas 48 horas, una iniciativa de Henri Guaino, exconsejero del expresidente Nicolas Sarkozy, logró juntar 115 firmas de parlamentarios del partido conservador Unión por un Movimiento Popular, que apoyan que un proyecto "que trastoca de manera tan profunda los principios que fundan la sociedad no puede hacerse por ley ordinaria".
La ministra de Justicia, Christiane Taubira, indicó esta semana que fuera cual fuera la amplitud de la manifestación, el texto se iba a mantener, porque cuando un cambio "es justo" hay que tener la valentía de llevarlo a cabo.
Está por ver entonces qué pasará cuando llegue a la Asamblea Nacional y el Senado, donde los socialistas carecen por sí solos de la mayoría suficiente para sacarlo adelante.
El debate sobre este tema ha sido intenso en las últimas semanas en Francia, y entre la población, según una última encuesta difundida hoy por "Le Nouvel Observateur", el 56 por ciento de los franceses se dice favorable al matrimonio homosexual, aunque la mitad se opone a que puedan adoptar niños.