La desaparición de Chávez también tiene sus consecuencias en Sudamérica. El venezolano ha impulsado un eje que lo ha dividido en dos bloques: bolivarianos y pro occidentales que vive una gran pugna.
Entre los partidarios del fallecido caudillo venezolano, los mandatarios de Cuba, Argentina, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Populismo y expropiaciones son dos recetas muy extendidas como práctica contra el supuesto "colonialismo económico" ejercido por España o Estados Unidos.
Chávez se inspiró en la dictadura castrista para tejer sus "alianzas bolivarianas". De hecho se convirtió en el principal benefactor del regimen castrista con el poder de las explotaciones petrolíferas venezolanas.
Una política exterior basada en su fijación antiamericana que le ha llevado también a entablar estrechos lazos con sus principales adversarios. El discurso de Chávez, populista, presuntamente antiimperialista y basado en una especie de nacionalismo revolucionario, encontró acomodo intelectual, estratégico y económico no solo en algunos países latinoamericanos, sino en regímenes como los de China, Irán o Siria.
A ellos se sumaron gobernantes como los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, o Bielorrusia, Aleksander Lukashenko.
Ahora, la comunidad internacional observa con expectación el rumbo que tomará Venezuela en la era post-chavismo y su próximo impacto en las relaciones con los demás países de Latinoamérica y con otras naciones con las que estableció lazos muy estrechos.