- Compartir:
- Compartir en Facebook
- Compartir en Twitter
- Compartir en Whatsapp
- Compartir en Messenger
- Compartir en Messenger
Cameron promete un referéndum para "quedarse o salir" de la UE
- El Reino Unido y la UE, 40 años de dificultades
- Margallo cree que salir de la UE sería una pésima noticia para los británicos
El primer ministro del Reino Unido, David Cameron, se comprometió hoy a consultar a los británicos en un referéndum si quieren "quedarse o salir" de la Unión Europea (UE), siempre y cuando gane las elecciones en 2015.
El líder conservador puso fin a meses de conjeturas al anunciar que buscará renegociar la relación del Reino Unido con la UE y que dejará en manos de los británicos la decisión final sobre si optan por permanecer o salir de la UE en una consulta que se celebrará antes de que concluya 2017.
Será un "billete de ida" y "no uno de ida y vuelta", dijo Cameron, en un discurso muy esperado en Londres, que ha provocado un debate muy acalorado dentro y fuera de las fronteras británicas.
La oposición laborista ha acusado al primer ministro de ceder a las presiones de la poderosa ala euroescéptica del Partido Conservador, que lleva décadas pidiendo un referéndum y que en el pasado hizo tambalear el Gobierno de John Major (1990-1997) y de casi todos los sucesivos líderes "tories".
"Está siendo empujado no por intereses nacionales, sino por su propio partido", afirmó el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, en una abarrotada Cámara de los Comunes.
Las críticas llegaron también del exprimer ministro laborista Tony Blair, que comparó la perspectiva de salir de la UE con amenazar con pegarse un "tiro en la cabeza" teniendo en cuenta las dificultades por las que atraviesan actualmente muchos países.
Tanto Miliband como el viceprimer ministro británico, el liberaldemócrata Nick Clegg, han coincidido en alertar de que la decisión tendrá consecuencias económicas para el Reino Unido, que este año cumple cuarenta años desde su entrada en el bloque europeo.
Para Miliband, cuya formación se opone a la convocatoria de un referéndum, la oferta de Cameron representa una "apuesta" arriesgada que causará "incertidumbre" en los próximos años.
En esta ocasión, el viceprimer ministro, el liberaldemócrata Nick Clegg, se alineó con los laboristas al advertir de que la consulta perjudicará la economía y el empleo, y no es de interés nacional.
Sin embargo, el primer ministro justificó su decisión en tres "desafíos" que, en su opinión, afrontan los países de la Unión: los problemas financieros en la eurozona, la falta de competitividad y la frustración que siente la gente ante la actual crisis.
Según Cameron, los pueblos están frustrados de que no pueden tomar decisiones y ven cómo baja su calidad de vida.
"Estamos empezando a ver esto en manifestaciones callejeras en Atenas, Madrid y Roma. Estamos viendo en los Parlamentos de Berlín, Helsinki y La Haya", destacó Cameron.
En su discurso, el político ofreció un calendario muy preciso sobre el plebiscito, que estará condicionado al triunfo de los conservadores en las próximas elecciones generales de 2015.
En su próximo programa electoral, los "tories" se comprometerán a convocar la consulta y, de ganar en las urnas, buscarán primero renegociar la relación del Reino Unido con la UE para que Londres pueda recuperar de Bruselas algunas competencias, que no especificó.
Después, Cameron consultará a los británicos -hacia 2017- en referéndum si quieren quedarse en la UE con el nuevo acuerdo negociado o si prefieren salir por completo del bloque europeo.
"Vamos a darle al pueblo británico un referéndum con una opción muy simple de estar o salir, de quedarse en la UE con estos nuevos términos o salir del todo", afirmó.
Cameron dejó claro, no obstante, que quiere estar en la UE por los beneficios del mercado único, pero cree que la Unión debe someterse a una profunda reforma para que funcione con más flexibilidad y evite una mayor integración política.
Aseguró que no es "un británico aislacionista" pues defiende que el Reino Unido tenga un "papel comprometido y activo" en la UE, pero insistió, en varias ocasiones, en que el bloque debe cambiar y tener competitividad.
Según las últimas encuestas, un 42 por ciento de los británicos están a favor de salir de la UE, porcentaje que ha caído con respecto a años anteriores.
40 AÑOS DE DIFICULTADES
Desde que Londres se unió a la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1973, las relaciones del Reino Unido con Europa han atravesado por dificultades, debido a las reticencias de sucesivos gobiernos británicos a una mayor integración.
Fue el primer ministro conservador Edward Heath, europeísta convencido, el que metió al Reino Unido en la CEE hace 40 años después de que este país lo intentase sin éxito en dos ocasiones previas, en 1963 y 1967, debido al veto francés.
Por entonces el Reino Unido no ocultaba el entusiasmo por su participación en la CEE, como quedó reflejado en el referéndum celebrado en 1975, en el que el 67 por ciento de los británicos expresaron su apoyo a la permanencia en la CEE.
Sin embargo, la llegada de la primera ministra conservadora Margaret Thatcher al poder en 1979 marcó un giro en las relaciones entre el Reino Unido y Europa.
Eran momentos en que el país atravesaba por una crisis económica, con un aumento del desempleo y continuas huelgas, y se disponía a aplicar un proceso de reformas con la privatización de muchas industrias estatales.
De este modo, la llamada "dama de hierro" empezó con el tiempo a aplicar una actitud más euroescéptica, que tuvo su momento más importante en 1984 cuando se plantó ante sus socios europeos para renegociar el reembolso anual que recibe el Reino Unido.
Después de duras negociaciones, Thatcher consiguió la llamada "devolución" británica, el reembolso anual que recibe el Reino Unido como parte de su contribución a las finanzas europeas y destinado a compensar su menor uso de las ayudas agrícolas.
Las dotes negociadoras de Thatcher, sobre todo su tesón e intransigencia, le valieron el apoyo de los ciudadanos británicos, que la volvieron a votar por tercera vez en 1987.
El Gobierno conservador que le sucedió, el de John Major, también tuvo sus problemas en las relaciones con Europa, especialmente por el aumento del poder de un sector muy euroescéptico.
Con Major al frente tras la dimisión de Thatcher en 1990, Londres siguió negociando con dureza, especialmente en las conversaciones que llevaron a la firma del Tratado de Maastricht, en 1992, que consagró la integración comunitaria, con la meta de una moneda común y una mayor cooperación política.
Así, Major obtuvo en Maastricht una cláusula de exención, denominada «opt-out», por la que el Reino Unido no quedaba obligado a entrar en la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria (UEM) e implantar, por lo tanto, el euro.
Con los conservadores en el poder y los continuos comentarios de Thatcher en los medios británicos sobre sus "no, no" a Europa, las relaciones con el bloque europeo fueron tormentosas.
Sin embargo, la llegada al poder en 1997 del laborista Tony Blair, que puso fin a casi 18 años de Gobiernos "tories", marcó una giro en la actitud británica hacia Europa, pues se mostró más dispuesto a aceptar la legislación de la Unión Europea (UE).
A pesar de todo, el Gobierno de Londres decidió no abandonar la libra esterlina en favor del euro, que entró en vigor en los mercados financieros mundiales como moneda de cuenta en 1999.
Después de la salida de Blair del Gobierno en 2007 y la entrada del laborista Gordon Brown, el Reino Unido ratificó en 2008 el Tratado de Lisboa, diseñado para mejorar el funcionamiento de la UE.
Con la salida de Brown y la entrada del conservador David Cameron, quien desde 2010 forma una coalición con los liberaldemócratas, las relaciones con Europa son otra vez difíciles, justo en momentos en que la eurozona vive una profunda crisis económica.
A pesar del europeísmo mostrado por los liberaldemócratas de Nick Clegg, el primer ministro "tory" está empeñado en renegociar la relación de su país con la UE y repatriar competencias de Bruselas a Londres.
Cediendo a las exigencias de los euroescépticos conservadores, Cameron ha decidido finalmente comprometerse a celebrar un referéndum después de las elecciones de 2015 sobre la pertenencia a la Unión, en el que el país deberá decidir si "se queda o sale" del bloque europeo.
MARGALLO CREE QUE SALIR DE LA UE SERÍA UNA PÉSIMA NOTICIA PARA LOS BRITÁNICOS
El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha considerado que la salida del Reino Unido de la UE sería "una pésima noticia" para los británicos y no sería buena para la Unión, pero ha advertido a su primer ministro, David Cameron, de que "no puede seguir frenando la locomotora europea".
Entrevistado en Onda Cero, García-Margallo se ha mostrado convencido de que abandonar Europa sería "un mazazo terrible" para la industria financiera británica, que quedaría formada por "unos banquitos de ámbito insular".
A su juicio, intentar competir de forma aislada con potencias como EEUU, China, India o Brasil es "no entender el tiempo en el que uno vive".
"Para la UE no es bueno que un país tan importante como el Reino Unido se vaya, pero por otro Cameron tiene que entender que no puede seguir frenando la locomotora, no puede pretender una renegociación de los tratados para ir deshaciendo lo que hemos hecho, o para ir frenando la velocidad de crucero de la UE en un momento en que la integración es mas necesaria que nunca", ha recalcado.
Tras recordar que desde que el Reino Unido entró en la UE ha ido "arrastrando los pies" y que no pertenece ni a Schengen ni a la unión monetaria, ha considerado que los británicos han protagonizado un "juego muy peligroso al alimentar el euroescepticismo".
VARIOS PAÍSES DE LA UE ADVIERTEN AL REINO UNIDO
Algunos países de la Unión Europea (UE) y el propio presidente del Parlamento Europeo (PE) advirtieron al Reino Unido del peligro que conlleva plantear un referéndum para su permanencia en la UE.
Martin Schulz, socialdemócrata alemán y en la actual presidente del PE, advirtió hoy al Gobierno británico de que el referéndum es un "juego peligroso" y aseguró que para Londres sería dañino rebajar su participación en las políticas comunitarias. "En un mundo globalizado, no va en el interés del Reino Unido rebajar a una suerte de segunda clase su pertenencia a la UE y reducir su influencia en los asuntos europeos y globales", opinó.
El presidente francés, François Hollande, mostró su deseo de que el Reino Unido siga siendo miembro de la UE, aunque aseguró que eso "conlleva ciertas obligaciones". "Hemos señalado que el Reino Unido es un Estado soberano (...) El presidente ha mostrado, evidentemente, su deseo de que el Reino Unido se mantenga en el seno de la UE (...) Ser miembro de la UE conlleva cierto número de obligaciones",
El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, también advirtió, poco antes de que Cameron pronunciara el discurso pero cuando ya se habían adelantado algunos de los puntos fundamentales, que la eventual salida del Reino Unido de la UE "corre el riesgo de ser peligrosa también" para el país.
El ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, también dijo que quería que Gran Bretaña permaneciera en la UE y advirtió a Cameron de que "Europa no es la suma de intereses nacionales".
El Gobierno de Irlanda, un país con fuertes vínculos económicos y políticos con el Reino Unido, ha mostrado prudencia. El viceprimer ministro irlandés y titular de Asuntos Exteriores, Eamon Gilmore, aseguró hoy que al Reino Unido le interesa permanecer en la UE como un país miembro "totalmente comprometido". "La UE es mejor con el Reino Unido en ella y creo que para el Reino Unido es mejor permanecer en la UE", declaró Gilmore.
La solidaridad con la postura de Cameron vino desde otro país desde donde soplan aires de euroescepticismo: la República Checa. "Entendemos bien las razones de política interna que han llevado a David Cameron a plantear un nuevo acuerdo de integración británico en la UE", dijo hoy en Praga el primer ministro checo, Petr Necas. Necas precisó que "la República Checa, al igual que Reino Unido, persigue la idea de mayor flexibilidad y apertura en la Unión fundada en los tratados". Y apeló, al igual que lo hizo hoy Cameron, "a que se debe respetar el ordenamiento constitucional de los miembros individuales".
Mientras tanto, la Comisión Europea optó por su línea habitual de no valorar las decisiones de los Estados miembros. "Corresponde al Gobierno británico y al pueblo británico exponer cuál creen que es el mejor enfoque sobre el lugar de Reino Unido en la Unión Europea", indicó.
"Va en el interés de la UE y en el propio interés del Reino Unido", que ese país sea un miembro activo "en el centro de la UE", declaró la portavoz de la Comisión Europea Pia Ahrenkilde.
Las reacciones más duras vinieron de los eurodiputados liberales y socialdemócratas.
El liberal Guy Verhofstadt advirtió de que Cameron juega con fuego sobre la cuestión europea" y de que "es un iluso si se cree que puede chantajear a sus socios".
El presidente de los socialdemócratas en el Parlamento Europeo, Hans Swoboda, señaló que "el discurso tragicómico de Cameron ha estado muy por debajo de las expectativas de la derecha, de la izquierda, británicas o continentales".
En el Reino Unido, el ministro principal escocés, el independentista Alex Salmond, criticó el discurso de Cameron porque, entre otras cosas, crea incertidumbre para Escocia en vísperas de un referéndum.
Se podría dar el caso, según Salmond, que los escoceses decidieran continuar en el Reino Unido y que los británicos, en el referéndum propuesto por Cameron, decidieran posteriormente salirse de la UE. Salmond ha defendido la independencia de Escocia con la promesa de que, si se consigue, el nuevo país negociará ser Estado miembro de la Unión Europea.