La incertidumbre ante el resultado de las elecciones griegas y la perspectiva de nuevas políticas de estímulo por parte del Banco Central Europeo (BCE) llevaron al euro a niveles mínimos de hace cuatro años, por debajo de 1,20 dólares.
Durante la jornada, el euro llegó incluso a su nivel más bajo desde 2006 al situarse en 1,1864 dólares. Después la moneda común logró detener su caída, pero sin lograr recuperar la barrera psicológica de los 1,20 dólares.
Al mediodía, el Banco Central Europeo fijó el tipo de cambio de referencia del euro en 1,1915 dólares, frente a los 1,2043 dólares del viernes. Los analistas ven dos factores fundamentales en la tendencia a la baja de la cotización de la moneda única.
Por una parte, esta semana resurgió la preocupación ante posibles repercusiones de la crisis política en Atenas, cuando informaciones de la revista "Der Spiegel" reabrieron el debate sobre una posible salida de Grecia del euro.
Según esa revista, que se apoya en fuentes oficiales no identificadas, el Ejecutivo germano considera viable una salida de Grecia del euro y la ve incluso como mal menor frente a la posibilidad de hacer concesiones a un eventual Gobierno de izquierdas en Atenas, presidido por Alexis Tsipras.
En su tradicional rueda de prensa de los lunes, el portavoz de la cancillería, Steffen Seibert, no quiso hoy ni confirmar ni desmentir esas informaciones y se limitó a reiterar que Atenas se comprometió en su día a emprender un curso reformista a largo plazo.
El vicecanciller alemán y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, líder del Partido Socialdemócrata, había advertido poco antes en una entrevista con el diario "Hannoversche Allgemeine Zeitung" de que la eurozona "no se deja chantajear" y espera que el Gobierno de Grecia, "independientemente de quien esté en él, respete los acuerdos alcanzados con la UE".
Desde el partido de la canciller Angela Merkel, la Unión Cristianodemócrata, uno de sus vicepresidentes, Michael Füchs, recurrió a palabras similares al señalar que Grecia ya no tiene la "capacidad de chantaje" de que disponía hace unos años, mientras que el secretario general de la formación, Peter Tauber, añadió que su salida del euro tendría repercusiones calculables.
El otro factor que ha puesto bajo presión al euro es la posibilidad de que el BCE decida nuevas medidas de expansión monetaria, para combatir los bajos niveles de inflación en los que muchos ven ya tendencias deflacionarias.
Ya el viernes de la semana pasada, el presidente del BCE, Mario Draghi, advirtió, en una entrevista con el periódico económico "Handelsblatt", que muy probablemente los actuales tipos de interés de la eurozona, que marcan mínimos históricos, durarán mucho tiempo.
Con ello quedó prácticamente descartado que el BCE abandone a corto plazo su política monetaria expansiva y se abrió incluso la posibilidad de nuevas medidas que ratifiquen esa política.
El propio Draghi dijo que el BCE ya está realizando los preparativos técnicos para ello, lo que ha sido interpretado como el anuncio de que el programa de compra de títulos de deuda soberana puede ponerse en marcha próximamente.
Actualmente, el tipo de interés de referencia, fijado por el BCE, es de 0,05%, con lo que la capacidad de maniobra para bajar más los intereses es prácticamente nulo y se esperan otro tipo de medidas.
Mientras, en EEUU todo apunta a un giro de la política de la Reserva Federal (FED), que podría subir los intereses por primera vez desde el estallido de la crisis financiera, lo que contribuye también a un fortalecimiento del dólar frente al euro.
La tendencia a la baja del euro tiene tanto ganadores como perdedores. Entre los ganadores están las empresas exportadoras, que pueden ofrecer sus productos a menor precio, algo que en una economía exportadora, como la alemana, puede favorecer la coyuntura.
Entre los perdedores se encuentran, sin duda, los turistas europeos que viajen a países cuya moneda de referencia sea el dólar. En principio, la caída del euro también puede hacer que los precios de la gasolina suba pero de momento, debido al bajo precio internacional del petróleo, este es un problema menor.
La mayoría de los expertos prevén que la tendencia a la baja del euro continúe. Algunos esperan que descienda hasta 1,15 dólares y el Deutsche Bank contempla incluso como posible que en 2017 se llegue a la paridad entre el dólar y el euro.