Escribir entre líneas nunca tuvo tanto sentido como en la Transición, época en la que un grupo de dibujantes gráficos utilizó el humor para conquistar la libertad de expresión, una generación de artistas irrepetible cuyas viñetas más políticas ha reunido la Biblioteca Nacional en una exposición. Más de 200 viñetas de los dibujantes más importantes de la época (Forges, Peridis, El Perich, Gin, Mingote, Chumy Chumez, Siro, Ballesta....) publicadas en periódicos y revistas, integran la exposición "La Transición en tinta china", que inauguran hoy los Príncipes y que son muestra de la explosión de humor gráfico que hubo en España en los setenta.
"Somos los últimos mohicanos de la tinta china", han asegurado hoy en la presentación de la exposición José María Pérez González Peridis y Antonio Fraguas, "Forges", mientras el comisario de la muestra, Francisco Bobillo, ha recordado cómo esta generación de dibujantes hizo que la sociedad española viviera La Transición "de una forma menos dramática", sin eludir ni ocultar los problemas.
Estos "divertidos heraldos de la libertad" tuvieron una "complicidad enorme" con la sociedad ya que al principio de la Transición la censura no permitía las críticas directas y ellos, "con un esfuerzo y un talento excepcional" aludieron a todas las claves de forma que el público lo entendía "sin que nadie pudiera demostrar que era un delito".
La exposición, según ha indicado Peridis, parte de una "vieja idea de hacer un homenaje a los grandes humoristas de la Transición, algunos de ellos ya fallecidos como Mingote, Chumy Chumez, Summers... Nunca ha habido una generación de humoristas como entonces". Peridis, que entró a formar parte de este grupo más tarde, ha destacado la "labor de demolición de los eslóganes del régimen franquista a través de la risa y el humor" que llevaron a cabo.
Estos artistas, ha indicado, realizaron "un papel pedagógico y terapéutico" y consiguieron reirse del franquismo con la "complicidad" de mucha gente, que estaba "al loro" de lo que se contaban, "de su escribir entre líneas sin que la censura pudiera decir nada".
Fue gente con mucho talento para otras cosas (la literatura, el cine...) "pero lo volcó en el humor y produjeron obras de arte y de periodismo de gran calidad", según Peridis, que ha citado los numerosos requisitos que se precisan para ser un buen humorista gráfico: ser periodista, escritor, dibujante, humorista y un poco político también.
El primer dibujante que en el franquismo hizo una caricatura de un político fue Julio Cebrián en 1968 a Manuel Fraga, ha explicado Forges, quien ha indicado que posteriormente hubo un "cañonazo de libertad" que fue cuando Peridis dibujó a Carlos Arias Navarro como si fuera Carlitos, de Schulz.
Los dos humoristas han salpicado de anécdotas la presentación de la exposición a la que ha asistido la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos, que ha destacado la donación que ha hecho Peridis de su obras a la institución que dirige, unas 15.000 viñetas desde que comenzó a trabajar en el periódico "Informaciones".
Peridis ha recordado que fue en este diario donde se "coló" una viñeta suya en la que estaba representada toda la oposición del momento: Santiago Carrillo, Felipe González, Enrique Tierno Galván.
Se paró la impresión "y al día siguiente la tira no se veía, parecía como si hubieran pasado un estropajo por encima; habían dado un martillazo a la plancha para destruirla y habían acertado en la cabeza de Carrillo".
En la exposición figura también una selección de ocho obras de la colección de caricaturas del Rey que existe en el Palacio de la Zarzuela y que ha cedido la Casa del Rey.
La explosión de humor gráfico tuvo lugar "porque en el lector había avidez. Respondió a una necesidad social y a mitigar una zozobra con una risa. Eran tiempos de tribulación y los humoristas ayudaban a digerir, eran un extraordinario digestivo: el humor ayudó a hacer la digestión a mucha gente", ha recalcado Peridis, que ha sostenido que "el elemento mejor para echar algo abajo es la risa".
No obstante, Forges ha dicho que hoy también existe un lenguaje eufemístico en las viñetas políticas, aunque en democracia la censura se ejerce por "otros patronos", que no son el Estado directamente, sino por intereses económicos y comerciales.