Arranca la edición número 66 del festival de Cannes. Y con una película fuera de concurso. "El Gran Gatsby" no acabará en el palmarés pero sí en la memoria del certamen.
Porque el equipo de la película tomó la alfombra roja con un espectáculo "años 20", a pesar de la lluvia. Y con lluvia de estrellas, por supuesto.
La primera alfombra roja del Festival de Cannes, que hoy inauguró su 66ª edición, se vio marcada por la presencia de grandes estrellas de Hollywood, con Leonardo DiCaprio, Nicole Kidman y Steven Spielberg a la cabeza.
Deslucido por el viento y una lluvia intermitente, el paseo acogió sus primeras caras conocidas con la aparición conjunta de los integrantes del jurado, presidido por el director de "Lincoln", "Indiana Jones" o "Parque Jurásico".
Por su blancura, altura y elegancia destacó dentro de ese grupo Kidman, con un vestido de Dior palabra de honor, tono rosado y decoración floral, portado con una contención que contrastó con el espectáculo que precedió la llegada del equipo de "El Gran Gatsby", película fuera de competición con la que se inauguró el festival.
VUELVE EL CHARLESTÓN
Coches de época, música y vestidos charlestón se adelantaron a los protagonistas del filme de Baz Luhrmann, entre quienes DiCaprio, con esmoquin, pelo engominado, raya lateral y cuidada perilla, ofreció una imagen no muy alejada de su encarnación del magnate Jay Gatsby.
Carey Mulligan, con un pronunciado escote, o Isla Fisher, con su melena pelirroja suelta y ondeada y un vestido rojo intenso de volantes vaporosos, acompañaron al protagonista del filme y a uno se sus mejores amigos dentro y fuera de la pantalla, Tobey Maguire, con el protocolario esmoquin.
Una conocida marca de cosméticos llenó también la alfombra de guapas oficiales: las actrices Juliane Moore, con corpiño negro y falda larga violeta, y Freida Pinto, con la espalda descubierta; o la exmaniquí Inés de la Fressange, con un vestido de corte griego.
Todos ellos, según iban declarando a su llegada, felices por participar en esta nueva edición, y por recorrer esas escaleras que, en palabras del austríaco Christoph Waltz, miembro del jurado, pueden considerarse "el ascenso al templo del cine".