Mucho nombre para un pobre resultado, el de "El Consejero". Dirigida por Ridley Scott sobre una novela escrita ex profeso por Cormac McCarthy y protagonizada por Michael Fassbender, Cameron Diaz, Javier Bardem, Penélope Cruz o Brad Pitt. La película que llega a las pantallas españolas y de la que se esperaba mucho a tenor del reparto técnico y artístico, desde su estreno en Estados Unidos ha registrado un pobre resultado en taquilla.
Ubicada en México, en la frontera con Estados Unidos, la película se mueve por un terreno complicado por lo que tiene de conocido y de poco original.
Fassbender es un abogado que tiene entre sus clientes a algunos narcotraficantes, una tentación demasiado grande para alguien a quien le gusta viajar a Amsterdam para elegir el diamante que va a regalar a su novia (Cruz) como regalo de compromiso.
Un narcotraficante hortera y que lleva una vida de excesos (Bardem); otro más listo pero no lo suficiente (Pitt, el mejor del reparto) y una mujer rubia y sin un pelo de tonta (Diaz), forman la estereotipada fauna de una historia en la que cada personaje parece estar en un mundo diferente.
La desmedida ambición de las personas metidas en lo que es en apariencia un negocio fácil es el tema central de una película que reproduce casi palabra por palabra el libro escrito por McCarthy, ya con un formato de guión, lleno de diálogos y pocas descripciones.
Y si algo le sobra a la película son palabras, frases rimbombantes que se queda en un retrato superficial de un mundo desdibujado.
Ni siquiera los actores pueden evitar el naufragio de una película que demuestra, una vez más, lo irregular de la carrera de Ridley Scott, capaz de lo mejor ("Blade Runner", "Thelma & Louise") y de lo peor ("La teniente O'Neil", "El reino de los cielos").
En este caso, la moneda ha caído del lado negativo y el resultado es una película farragosa, innecesariamente larga y en la que los personajes suscitan escaso interés.
Y en la que Scott ni siquiera se aprovecha de los áridos, deshumanizados y espectaculares paisajes de las zonas fronterizas mexicanas, cuya belleza desoladora no suele ser bien retratada por los realizadores llegados de Hollywood.