Donde hubo fuego, quedan rescoldos y a veces llamaradas, como bien saben los Backstreet Boys, aquella banda que en 1997 abortó un aterrizaje en Madrid por el excesivo número de jóvenes que les aguardaban y que ha sido capaz de llenar, quince años después, el Palacio Vistalegre de la capital.
Como cantarían en uno de sus temas más célebres, aprovechado para el cierre de la velada, Backstreet's back. Esto es, que los BSB están de vuelta y, con ellos, su público de antaño, ahora rondando la treintena, pero con las hormonas en niveles adolescentes e incluso disposición a acampar a las puertas del recinto.
"Nuestros fans han crecido, han tenido niños, se han casado y muchos de ellos permanecen con nosotros. Hay momentos en los que siguen volviéndose locas en los conciertos, pero en general es todo un poco más tranquilo", comentaban ellos hace unos meses sobre algo que esta noche se ha convertido en una realidad constatada.
Casi diez años después de su última gira con la formación íntegra, los chicos de la calle de atrás han regresado a uno de los países que más los idolatraron, de nuevo con las armonías vocales completas e inspirados -dicen- por sus idolatrados Boyz II Men o Temptations.
One Direction, Take That, New Kids On The Block... El principio depredador de las modas se ha cebado históricamente con las boy band, pero el grupo formado por Nick Carter, Brian Littrell, Kevin Richardson, A.J. McLean y Howie Dorough destacó especialmente por su inaudito éxito comercial, con 135 millones de copias.
Su obra ha quedado además estrechamente ligada al sonido de la década en que explotó o, para ser más exactos, al de las revolucionarias producciones de Max Martin, responsable también del lanzamiento de Britney Spears. Si Nirvana acuñó el sonido rock de la primera mitad de los 90, los Backstreet Boys marcaron la pauta pop inmediatamente después.
Entre sus virtudes, no hay que desdeñar su tesón. Con el siglo XXI, las ventas descendieron, crecieron las ansias de aventuras en solitario y se tomaron un descanso. Kevin Richardson hasta abandonó el grupo.
Ni los discos siguientes ni una curiosa gira conjunta con sus predecesores, los New Kids On The Block, obtendrían la repercusión de antaño, pero siguieron y se plantaron en una nueva década, alcanzando los 20 años de existencia.
Richardson anunció su vuelta y, con el quinteto reunido, lanzaron un nuevo álbum y un nuevo tour que hoy ha recalado en Madrid, un día antes de aterrizar en Barcelona con todas las entradas vendidas.
Aunque la excusa del aniversario conducía irremisiblemente a un repertorio nostálgico -y cuidado que no hubiese sido así-, también han desgranado ampliamente su álbum más reciente, In a world like this, más actual y menos lucido.
"¿Quién tiene el último disco?", preguntaba McLean en un momento del concierto, recibiendo asentimientos esporádicos y apagados, que se tornaban en cerradas ovaciones y en locura ante éxitos antiguos como Incomplete o As long as you love me.
The call, de Black & Blue (2000), ha sido la primera canción en sonar, antes de homenajear con Don't want you back otro álbum estrella de la noche, Millennium (1999), con el que abordaron por fin el número 1 en ventas en EE.UU.
Hasta dos docenas de canciones han sonado en un generoso espectáculo de cerca de dos horas, muy impreciso sin embargo en el ritmo y en el desarrollo, con demasiadas apelaciones vacías al público que, sea como fuere, las recibía con pasión.
Yerran en la parte en la que más deberían haber brillado. A su gira le falta componente autoparódico en unas coreografías estancadas en los 90 (hasta recuperan el numerito de los sombreros), mientras que la música va pasada de volumen y ahoga sus voces, a pesar de que no hay ni rastro de instrumentistas sobre el escenario.
Todo esto no afecta al jolgorio general en grada y pista, que son una fiesta, sobre todo cuando los BSB asumen plenamente su esencia más urbana, como en el histórico primer sencillo We've got it going on.
Los otros puntos fuertes recaen en el segmento acústico, mucho menos enlatado y en el que interpretan Quit playing games, y, como suele ser habitual, en el tramo final, con himnos generacionales como I want it that way y, sobre todo, "verybody (Backstreet's back). ¿Será la suya una vuelta definitiva?