San Diego de Alcalá es una figura muy importante en la historia de Alcalá de Henares, especialmente por el milagro que, según la tradición, realizó con el príncipe Carlos, hijo del rey Felipe II.
Felipe II decidió enviar a su hijo a la Universidad de Alcalá, tal como él mismo había hecho en su juventud, para formarse en esta prestigiosa institución. Durante su estancia, el príncipe Carlos residió en el Palacio Arzobispal. Sin embargo, un día, mientras perseguía a una doncella, sufrió una grave caída por una escalera y se golpeó fuertemente la cabeza, quedando en estado crítico.
De inmediato, Felipe II ordenó llamar a los mejores médicos y profesores de la Universidad de Alcalá, reconocida por su destacada Facultad de Medicina. A pesar de todos los esfuerzos, ninguno logró mejorar la salud del príncipe, cuyo estado empeoraba rápidamente.
Como último recurso, se decidió traer el cuerpo incorrupto de San Diego de Alcalá, que se conservaba en el monasterio franciscano de Santa María de Jesús. Colocaron el cuerpo del santo junto al lecho del príncipe, y, según cuenta la tradición, ocurrió un milagro: el príncipe Carlos recobró la vida.
La canonización de San Diego
Este hecho confirmó la fama de San Diego como milagrero y motivó que Felipe II impulsara su canonización. Finalmente, San Diego de Alcalá se convirtió en el primer santo canonizado en el siglo XVI.
Cada 13 de noviembre, fecha en la que se celebra su festividad, se abre la urna en la catedral de Alcalá de Henares, donde aún se conserva su cuerpo incorrupto, recordando aquel milagro que marcó la historia de la ciudad.