El Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares es una auténtica joya histórica de la ciudad. Durante siglos fue residencia de los Reyes de Castilla y, más tarde, de los Reyes de España cada vez que visitaban la ciudad.
La relación entre la monarquía y los arzobispos de Toledo siempre fue muy estrecha, y este palacio se convirtió en punto de encuentro habitual entre ambos poderes. En aquella época, Madrid aún no era la capital del Estado, por lo que Alcalá de Henares tenía un papel protagonista en la vida política y religiosa del país.
Y aquí viene una curiosidad que pocos conocen: Felipe II llegó a plantearse construir el Monasterio de El Escorial en Alcalá de Henares. De hecho, la primera idea era levantarlo en la zona del Campo del Ángel. Sin embargo, el plan cambió por un motivo muy personal del monarca: la caza.
En Alcalá había poca, pero en la sierra de El Escorial, mucha. Además, el clima allí era más fresco en verano. Así que, cuentan las crónicas, el rey no lo dudó: “Vámonos al Escorial, que está más fresquito en verano y además tengo caza.”
Finalmente, El Escorial se construyó en la sierra madrileña, pero Alcalá de Henares conserva este impresionante Palacio Arzobispal, un lugar que sigue recordando los días en que los reyes caminaban por sus patios y galerías.