Hablar de Fuenlabrada es hablar de José Quintana (Torrelavega, 1953). Tras casi veinte años como alcalde se puso al frente del club de baloncesto de la ciudad, quizás el gran activo deportivo con el que cuenta la ciudad.
Ahora, 17 años después, la salud le lleva a dar un paso al lado. Efe le ha entrevistado después de conocerse su decisión.
Lo primero de todo... ¿Cómo se encuentra física y anímicamente?
Físicamente, por fortuna, todavía me encuentro bastante bien, tengo todavía autonomía y puedo hacer casi una vida normal.
Anímicamente estoy tocado, eso es lo que hace también que haya tomado la decisión de dejar el Baloncesto Fuenlabrada.
Han sido 17 años al frente y ahora pasa a un segundo plano. ¿Esperaba aguantar tanto tiempo en el cargo?
Es un tema que nunca me he preguntado. Analizo las situaciones según se van dando. Siempre he estado en los cargos bastante tiempo porque me gusta tener una cierta perspectiva a medio y largo plazo. Eso hace que las cosas no me aburran, que me sigan ilusionando.
¿Con qué se queda de todo lo que ha vivido?
Siempre me ha dado mucha satisfacción la afición, porque cuando pusimos en marcha el equipo Fuenlabrada no tenía mucha tradición de baloncesto.
Y también haber mantenido el objetivo de estar en la máxima categoría durante todos estos años, pese a ser siempre uno de los equipos con el presupuesto más bajo.
¿Es un milagro?
No ha sido un milagro sino la implicación de mucha gente. Me gusta que la gente se identifique con los proyectos que tengo la suerte de liderar. Tenemos un club con poco personal en comparación con otros, pero muy implicado.
Eso, en un grupo humano como el nuestro que es pequeño y que siempre se ha tratado como una familia, es un premio importante. Lo mismo ocurre con los aficionados, somos seguramente el único club con un Consejo Social, pero antes ya había reuniones con ellos para mantenerles informados.
El pasado, pasado es. Pero viendo la situación actual y teniendo que dejarlo ahora por las circunstancias... ¿Se arrepiente de no haberlo hecho cuando todo iban bien y podía elegir?
No, sinceramente. Uno tiene que estar a las buenas y a las malas para tomar decisiones y ver cómo corregirlas. No es la primera vez que hemos estado en situaciones malas. Es lo normal en este equipo, que es una montaña rusa de resultados deportivos.
Hemos sido capaces durante estos años, con nuestro presupuesto, de jugar cosas importantes. Y para que lleguen esos resultados espectaculares en el caso de un equipo modesto, deben llegar también malos momentos.
¿Le trata la gente por la calle de forma diferente cuando las cosas no van bien?
No. Para haber estado prácticamente 17 años aquí de presidente y 20 de alcalde, la relación con la gente es espectacular.
Es una cosa que llevo adentro, tengo un agradecimiento infinito por cómo me trata la gente. Habrá alguno que esté aburrido de verme, pero la gran mayoría de la gente me transmite afecto y cariño.
En el banquillo se sienta ahora su hermano Óscar, que era leyenda en este club y ha asumido ponerse al frente en una situación delicada. ¿Le llamó usted a él o él a usted?
Yo con él no siempre he tenido buena relación, no me importa decirlo públicamente. Pero en los últimos tiempos sí nos hemos estado hablando más porque en ocasiones me llamaba para preguntarme y demás. Él me puso un WhatsApp, pero no para hablar de baloncesto.
En ese momento estábamos viviendo la situación en la que estábamos a punto de que nos quemasen a uno de nuestros grandes activos de cara al futuro, José Luis Pichel, y propuse hablar con Óscar. Así fue como se produce el contacto.
Soy consciente de que, en este momento, este marrón si se lo hubiéramos ofrecido a otros entrenadores no lo hubieran cogido. El mérito de mi hermano y de Pichel es que estando el equipo en una precariedad absoluta han sido capaces de ponerse al frente.
Para usted salvarse es algo más importante que lo deportivo, es también algo personal. Será el primer interesado en que esta pesadilla acabe bien ¿no?
Es evidente. A mi me duele enormemente la situación que estamos viviendo, nadie puede ni debe tener dudas. Aunque yo no soy propietario, este club siempre lo he sentido como propio. Y me duele.
¿Le preocupa que un posible borrón manche el legado que ha construido?
No. Acepto la crítica, pero no que a veces la frustración personal la quieras trasladar en clave de crítica. Creo que el análisis correcto es que al Baloncesto Fuenlabrada hay que criticarle cuando no han salido bien las cosas y ver por qué ha sido así.
Y en función de eso la crítica puede ser mayor o menor. Pero incorporando la trayectoria, porque sería injusto mirar solo los últimos doce partidos.
Si el club descendiese... ¿Está capacitado para dar buen rendimiento en LEB y volver al año siguiente?
Ahora mismo en la LEB, esto hay que saberlo, seríamos el quinto o sexto equipo en presupuesto. Podemos hacer un equipo competitivo para poder dar guerra si se diesen esas circunstancias.
Eso si somos capaces de acertar, que es importante acertar con la gente para que el equipo se compacte. Hay que recordar que hemos bajado dos veces y hemos subido el mismo año.
¿Hay algún último mensaje que quiera dejar para la afición?
Solo quiero darles las gracias por las palabras que me han dedicado durante el fin de semana, me han emocionado.
Desde que tengo uso de razón, no había sentido tales emociones, hasta hacerme llorar. Siempre les voy a estar agradecidos.