Dos años seguidos viendo como el Dortmund celebra el título de liga. Un trago de cicuta para el orgulloso Bayern, el sempiterno campeón alemán. Desde que hace dos semanas sus posibilidades de levantar la ensaladera se esfumaran, sólo piensa en el Real Madrid. Heynckes no ha vuelto a alinear a sus estrellas en la liga, todo para que lleguen frescos a la cita de mañana. Todo o nada a una carta, con el plus de ansiedad que te da que la final se juegue en tu estadio.
Además, una discusión a la hora de lanzar una falta en el partido de ida originó un serio incidente entre las dos estrellas muniquesas, Robben y Ribery. En el descanso, el francés agredió al holandés que mostraba esta marca en su rostro al acabar el partido. El club sentó a ambos a una mesa y multó a Ribery con cincuenta mil euros. El incidente parece aparcado toda vez que en el partido del pasado sábado Robben aplaudió desde el banquillo el gol de Ribery y luego se les pudo ver chocando sus manos buscando que los fotógrafos no se perdieran detalle... Semanas atrás se les pudo ver junto a Kross jugándose quien tiraba una falta a piedra, papel o tijera, pero ahora la tensión es mayor.
Lo de mañana será mucho más que un juego, será una cita decisiva para ambos.