Nuestra Biblioteca Nacional es un edificio sólido, solemne, silencioso... y maravilloso. A Felipe V le pareció que a lo mejor era buena idea fundar una Biblioteca Pública en palacio. El plan era coleccionar, al menos, un ejemplar de todos los libros que se editaban. A ver, Felipe V estaba como un cencerro, pero tenía sus momentos...
Durante la Regencia de María Cristina I se empezó a llamar Biblioteca Nacional. Y, 30 años después, Isabel II puso la primera piedra. Sus muros guardan verdaderas joyitas. Por ejemplo, con lo de Mendizábal, muchos de los incunables que escribieron los monjes durante la Edad Media se trajeron aquí. El manuscrito más antiguo que tiene la biblioteca es el Códice de Metz, un tratado de astrología del siglo IX. Aunque no se sabe a ciencia cierta, dicen que dentro hay más de veinte millones de piezas. Que se dice pronto, pero se tarda algo más en leerlos.