Migración inversa: abandonar la ciudad para vivir en un pueblo

  • Es un fenómeno lento pero que no ha parado de registrarse en España desde los años 80
  • La llegada de urbanitas tiene efectos positivos pero también otros que no lo son tanto
Una casa abandonada del municipio de Aldea Lázaro, Segovia
Una casa abandonada del municipio de Aldea Lázaro, Segovia |ZAPE FOTÓGRAFO

Los años 60 y 70 del siglo XX fueron los del gran aluvión de personas llegadas desde núcleos rurales y pequeñas poblaciones a grandes ciudades, incluso fuera de la provincia de residencia. Este fenómeno cambio para siempre el paisaje urbano de, por ejemplo, Madrid y toda la conurbación del sur metropolitano.

Pero a partir de los años 80 comenzó un proceso inverso. De la ciudad al campo. El movimiento de salida hacia al entorno rural no ha sido tan abrupto pero sí continuo. Y ha tenido múltiples efectos tanto en el paisaje como, en ocasiones, el desplazamiento de los

Ahora investigadoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han analizado la literatura científica que estudia los efectos que tiene la migración inversa (población urbana que se traslada al entorno rural) y su impacto en el paisaje.

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EQUILIBRAR CRECIMIENTO Y SOSTENIBILIDAD

El artículo, publicado en Landscape Ecology, constata que, en muchas ocasiones, se produce un efecto nocivo de gentrificación de los municipios rurales, pero también destaca que estos movimientos poblacionales pueden ser una buena alternativa para revertir el abandono de las áreas agrícolas evitando así la intensificación del uso del suelo y los efectos nocivos que provoca.

Es ahí donde las políticas públicas juegan un papel fundamental, ya que pueden favorecer un equilibrio entre el crecimiento socioeconómico y la protección del medioambiente que favorezca el desarrollo rural sostenible y la multifuncionalidad.

“Actualmente, estamos viviendo un nuevo impulso de contraurbanización, o migración inversa, apoyado en los numerosos vínculos socioeconómicos que existen entre el mundo rural y urbano”, contextualiza la investigadora del CSIC en el MNCN Elena D. Concepción.

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EXPLOTACIÓN TURÍSTICA

“Esta vinculación es mayor en los países mediterráneos y, si se toman medidas para ordenar los usos del territorio y el asentamiento de personas, puede ser una ventaja para promover la conservación de paisajes rurales multifuncionales”, continúa.

Para esta investigación, en la que han revisado la información de la que se dispone en torno a este fenómeno, han analizado 31 estudios científicos. Una parte de ellos se centra en los movimientos migratorios por motivos de ocio que pueden provocar que aumente la intensificación y urbanización de las zonas rurales.

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“En muchos casos se produce un efecto similar a la gentrificación que se da en las grandes ciudades y que provoca que la población de áreas cercanas a los centros urbanos abandone sus barrios, que terminan convirtiéndose en centros para los grandes inversores", explica la investigadora de la UCM Cristina Herrero de Jaúregui.

Advierte Herrero de Jauregui que "de la misma manera, algunos pueblos, ubicados cerca de grandes ciudades o áreas turísticas, pueden terminar convirtiéndose en entornos vacíos que favorecen la pérdida de la identidad rural, la explotación turística excesiva o la intensificación de los recursos agrarios, pero no su mantenimiento como recurso ambiental”.

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LA CRISIS ECONÓMICA

Por otro lado, hay estudios que analizan cómo la migración inversa provocada por la crisis económica o como opción familiar de muchos jóvenes, facilita que se fomenten los paisajes compartidos y compartimentados que reducen significativamente el impacto en el territorio.

“Se necesitan más estudios que analicen los factores y los efectos que está desencadenando esta nueva ola de ocupación rural por parte de distintos tipos de migrantes (migrantes por motivos de ocio, refugiados, jóvenes, familias con niños, etc.). Las administraciones públicas pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de aprovechar y promover un determinado tipo de paisaje”, apunta Herrero de Jáuregui.

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Garantizar el acceso a servicios básicos como el transporte, la medicina o la educación; la recuperación de los campos abandonados y los elementos tradicionales del paisaje rural a la vez que se incluyen en los programas recreativos de turismo rural, son algunas de las estrategias para aprovechar al máximo este potencial y fomentar el desarrollo sostenible de estas regiones, señalan las autoras del trabajo.

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“El objetivo es ofrecer directrices con base científica que permitan el mantenimiento o el renacimiento de los paisajes multifuncionales y los servicios ecosistémicos asociados, minimizando los impactos negativos de la inmigración rural”, concluye Concepción