Un toro de excelente juego de la divisa de El Parralejo, con el que no llegó a triunfar Miguel Ángel Perera, sacudió con su bravura el tedio de casi tres horas en que se sumió la corrida con que se celebró hoy en Las Ventas la festividad de San Isidro.
"Camillero", que así se llamaba este hondo y serio ejemplar de 634 kilos, no se empleó especialmente ante el caballo de picar, y hasta se derrumbó aparatosamente en el primer muletazo con que Perera le tanteó en la apertura de faena, pero, aun así, lo mejor de su juego estaba por llegar.
Refugiado del viento en los terrenos de sol, el extremeño palpó pronto la nobleza del animal, que repetía con voluntad sus embestidas, aunque a falta de un punto más de fuerzas que una exigente muleta no le ayudaba precisamente a recuperar.
Pero, como bravo, el toro se fue creciendo a la exigencia de Perera y aún le regaló una docena de arrancadas humilladas y profundas en las dos siguientes tandas de derechazos, que Perera empalmó, más que ligó, tapándole la vista y siempre de mitad de su figura en adelante.
Con todo, fueron dos momentos vibrantes que sacaron al público del tedio y que le hubieran valido un trofeo al veterano espada de no dejar caer la faena en las dos siguientes series de naturales, en las que, entre pausas y falta de remate, no llegó a apurar la profundidad de "Camillero", que se suma a la ya larga lista de toros de claro triunfo que han salido en lo que va de feria.
Con el anterior de su lote, otro hondo ejemplar de José Vázquez sin celo alguno, Perera se eternizó tercamente en un trasteo sin posibilidad alguna, hasta el punto de que le apremiaron a cortar cuando, como remate, aún alardeaba vanamente en terrenos de cercanías.
A esas alturas, había transcurrido ya una hora de corrida con solo dos toros estoqueados, pues el mexicano Isaac Fonseca también se alargó, sin brillo, ante el descastado de su confirmación de alternativa, con el que se asentó y centró más mediado el trabajo.
Ya el sexto fue el más hondo y aparatoso de los de El Parralejo, pero a su manejable condición no aunó la necesaria fuerza para aguantar la voluntariosa actitud del joven azteca, que puso más decisión que temple para intentar no irse de vacío en una tarde tan decisiva.
En otra corrida más marcada por la constante molestia del viento, repetía actuación y cerraba su feria el toledano Ángel Téllez, que volvió a debatirse en un laberinto de desajustes que no le ayudaron a asentar a un espectacular toro ensabanado medido de fuerzas, antes de que el quinto le dejara sin opciones tras "romperse" en varas, donde derribó dos veces con auténtico y prolongado celo.