Robleño apunta a la final de la Copa Chenel tras triunfar en San Agustín del Guadalix (2ª parte)

Gran tarde de plena madurez de Fernando Robleño. Dos orejas y una vuelta al ruedo en una actuación que le impulsa, jurado mediante, a la final de la Copa Chenel. Y todo con un verdadero duelo ganadero entre Cuadri y Rehuelga. Nobles y encastados los de Cuadri, bravos en el caballo y enclasados los de Rehuelga. Una tarde importante de ambos hierros en San Agustín del Guadalix.

La actuación de Robleño comenzó a gran nivel con un toro noble de Cuadri al que lanceó con gusto a la verónica y con el que estuvo firme y templado en la faena de muleta. Siempre bien colocado, toreando con limpieza y expresión al buen toro del hierro onubense, especialmente por el pitón izquierdo. Solo los aceros le alejaron de una oreja que se pidió sin mayoría de pañuelos. La vuelta al ruedo tuvo sabor a premio merecido.

Merecido triunfo

Todo quedó para rematarse con el notable cuarto de Rehuelga. El santacoloma de Rafael Buendía tuvo prontitud, nobleza y clase en sus embestidas, que las entendió perfectamente Robleño. Medido en todo, entendiendo las condiciones de su oponente, técnicamente perfecto y hasta gustándose en una tanda en redondo de relajada planta y hombros caídos. Pinchó antes de dejar un estoconazo de libro. Espectacular la muerte del toro y merecidas las dos orejas para el torero y la vuelta al ruedo al toro.

Paulita hizo el esfuerzo de trenzar el paseíllo en San Agustín del Guadalix tras la terrible paliza que sufrió el pasado sábado en Villa del Prado. Hizo el esfuerzo con un primero de Rehuelga que no terminó de pasar.

Con el cuajado y serio quinto de Cuadri, el aragonés dejó retazos de su estética tauromaquia aunque no terminó de apretarse de verdad con el toro. Donde se apagaron las luces fue con el descabello. Tras pasaportar al toro tuvo que pasar a la enfermería tras resentirse de las lesiones sufridas la semana pasada.

Tomás Angulo se las vio en primer lugar con un toro de Cuadri que se lesionó en el recibo de capote del torero extremeño. Sin embargo, el fondo de casta del toro y el temple que aplicó Angulo obraron el milagro. Faena y toro a más en la que brilló el concepto y la mano izquierda del joven diestro. La espada le privó de tocar pelo.

Bravo en el caballo fue el sexto de Rehuelga. Se arrancó con brío y fijeza en las dos varas que tomó, en las que empujó con riñones y la cara abajo. En una palabra, bravura. Después, tuvo exigencia en el tercio de muleta. El torero de Llerena no terminó de cogerle ni la distancia ni las alturas que demandaba el toro. La faena no terminó de despegar y el público acabó tomando partido por el toro. Soberbio, eso sí, fue el espadazo al segundo intento con el que Angulo tumbó al cárdeno de Rehuelga.