Las figuras no dan el nivel en otra de las corridas estrella de San Isidro
Hubo ejemplares de claro triunfo que no fueron suficientemente aprovechados
EFE
Las tres figuras anunciadas en una de las escasas corridas estrella de la feria de San Isidro -Manzanares, De Justo y Roca- no alcanzaron el nivel exigible ante una corrida de varios hierros en la que hubo ejemplares de claro triunfo que no fueron suficientemente aprovechados.
La extendida decepción comenzó a fraguarse ya con el primero de la tarde, un serio y precioso toro burraco de Valdefresno, prototipo de su encaste Atanasio Fernández, que derrochó calidad en sus embestidas, aunque acusó en algunos momentos el exceso de castigo en varas, donde además pareció lesionarse.
Aun así, Frasquito no paró de tomar con dulzura la casi nunca templada muleta de José María Manzanares, que, por eso mismo, apenas le cuajó un ramillete de naturales de buen trazo en una faena de muy escaso contendido, sin que el cuarto, de La Ventana, desfondado y a la defensiva, le dejara luego sacarse la espina.
Otro de los toros notables de la corrida fue el segundo de los dos atanasios que se acabaron lidiando, corrido en quinto lugar, un ejemplar vareado y con alzada de Puerto de San Lorenzo que embistió conprofundidad y al que Emilio de Justo hizo el trasteo más estimable, aunque sin llegar a cuajarlo en toda su dimensión.
Después de brindar al seleccionador nacional de fútbol, Luis de la Fuente, el torero extremeño se dobló por bajo largo rato para comprobar el recorrido de tan bravas y claras embestidas, que ligó en dos buenas tandas con la mano derecha mientras duraron las inercias.
Con el público entregado y empujando, la faena decayó de golpe cuando De Justo se echó el engaño a la zurda, lado por el que el toro exigía mayor mando, y sin que desde ahí la obra recobrara el buen nivel de sus inicios, pese a los infructuosos esfuerzos del matador, que antes no había estado muy resolutivo con el sobrero de Vellosino, rajadito pero más que manejable.
El polo de atracción de la corrida volvía a ser Roca Rey, en su segundo paseíllo de la feria, e, igual que sucedió el día de la apertura, tampoco estuvo a la altura de su fama, por más que lo intentara con los dos terciados toros de su lote, ambos de la parte Domecq de esta ganadería salmantina y que, extrañamente, no se abrieron en el sorteo.
A su primero, que "se dejó" mucho pese a sus justas fuerzas, el peruano solo le cogió el aire y la altura en un mazo de derechazos, hasta que, con el animal buscando ya las tablas, intentó buscar él un improbable trofeo con unas apuradas y desesperadas bernadinas.
El panorama del sexto fue muy distinto, pues el viento había vuelto entonces a hacer acto de presencia y no le permitió controlar el engaño ante un ejemplar cornalón que tuvo prontitud, celo y movilidad a lo largo de su desordenado e inconcreto trabajo, que intentó resolver a la desesperada con unos efectismos que tampoco calaron en el predispuesto tendido.
Ficha del festejo
Tres toros de Las Ventana del Puerto, con cara pero terciados, salvo el 4º; uno de Valdefresno (1º), serio y bien hechurado; uno de Puerto de San Lorenzo (5º), alto y en tipo; y un sobrero, en lugar uno de Puerto de San Lorenzo devuelto, de El Vellosino (2º), serio, hondo y muy astifino.
A excepción del 4º, a la defensiva, todos dieron mayor o menor juego. El 1º, con calidad, el 5º, con entrega y profundidad, y el 6º, con prontidud y movilidad, fueron los mejores. José María Manzanares, de berenjena y oro: estocada perpendicular (ovación); pinchazo y estocada (silencio).
Emilio de Justo, de grana y oro: pinchazo y estocada delantera desprendida (silencio); pinchazo y estocada desprendida (ovación tras leve petición de oreja).
Roca Rey, de negro y oro: pinchazo y estocada caída delantera (palmas tras aviso); estocada caída (silencio).
Entre las cuadrillas, Francisco María destacó picando al cuarto y Morenito de Arles saludó tras banderillear al quinto.
Decimocuarto festejo de abono de la feria de San Isidro, con cartel de "no hay billetes" en taquillas (22.964 espectadores), en tarde primaveral, con viento en los últimos toros.