Francisco de Manuel y Amor Rodríguez opositan a la gran final de la Copa Chenel cortando una oreja en Valdilecha

La final a tres de la Copa Chenel tuvo argumentos en la segunda mitad del festejo. Justo cuando se lidiaron los toros del hierro de Montealto, que echó tres toros de nota, especialmente el sexto. Una oreja pasearon Amor Rodríguez en el quinto y Francisco de Manuel en el que cerró el festejo.

El festejo lo abrió Ángel Sánchez, que abrevió con un toro de Cebada Gago que se le vino directo al pecho en una de las primeras tandas de su faena de muleta. Con el noble y enclasado cuarto, al que le faltó fuelle y fondo, dejó muletazos de buen corte por el pitón derecho. Sin embargo, al conjunto le faltó rotundidad y le sobró un feo espadazo en los bajos. Se solicitó la oreja pero el palco no atendió la petición.

Amor Rodríguez vio como su primer ‘cebada’ se descordaba en el saludo a la verónica. En su lugar saltó un sobrero de Gómez de Morales, que se dejó en el último tercio, pero al que le faltó mayor motor. Gustó el temple de Amor y la cadencia en sus formas hasta que el toro del hierro salmantino echó la persiana.

Con el quinto de Montealto, el de Torrejón de Ardoz volvió a mostrar su buen concepto en un inicio de faena rodilla en tierra que aunó mando y torería. El toro acabó desfondándose y el madrileño tuvo que extraer los muletazos de uno en uno, lo que no ayudó a que lo realizado calase con mayor fuerza en los tendidos. A pesar de ello acabó cortando una oreja.

Francisco de Manuel se la jugó con un tercero de Cebada Gago al que le costó romper hacia adelante en el último tercio. El de Colmenar Viejo extrajo una tanda en redondo de mucho mérito. Mando y firmeza. Pero una estocada envainada y el fallo reiterado con el descabello disipó cualquier atisbo de premio.

En sexto lugar saltó el toro de la tarde. El toro de Montealto tuvo casta y nobleza y permitió torear con expresión a la verónica a De Manuel, que quitó por ajustadas chicuelinas tras el tercio de varas. Muleta en mano, el madrileño toreó con expresión, limpieza y ajuste por ambos pitones, aprovechando la notable condición del astado de Agustín Montes. Pero el fallo con los aceros rebajó el peso de la oreja que finalmente le concedió de forma benévola el palco presidencia.