El papa Francisco, frente a los horrores de la KGB y la Gestapo en Lituania

"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" fue el lamento de Francisco, después de visitar hoy en Vilna las celdas donde miles de personas fueron detenidas y torturadas por los servicios de seguridad de la KGB y la Gestapo.

En su segundo día en Lituania durante su viaje por los países bálticos, el papa acudió al actual Museo de la Ocupación y las luchas por la Libertad, utilizado durante años como cuartel de la KGB y que después ocupó la Gestapo, en los cincuenta años de ocupación soviética y los tres de invasión alemana.

Descendió a los infiernos de los sótanos del edificio, donde se encontraban las celdas en las que se encerraba y hacinaba a los disidentes, opositores, a quienes se negaban a delatar y a los católicos y luteranos que denunciaban los abusos del régimen.

Algunas de las celdas de aislamiento medían solo 60 centímetros cuadrados, para que el prisionero no pudiera ni sentarse y no había baños solo un cubo para que el hedor fuera insoportable. Todo esto ha quedado intacto y se puede ahora visitar para que las próximas generaciones no olviden.

El papa recorrió los angustiosos pasillos subterráneos y entró a las celdas 9 y 11, en la última de las cuales encendió una vela en memoria de todas las víctimas.

Después visitó también la llamada sala de las ejecuciones, mientras el obispo de Vilna, Gintara Grusas, le explicaba algunas de las terribles historia vividas entre esas paredes.

"En este lugar conmemoramos a las personas que sufrieron como resultado de la violencia y del odio y a quienes sacrificaron sus vidas por el bien de la libertad y de la justicia, he rezado a Dios todo poderosos para que de a Lituania el don de la paz y la reconciliación", escribió el papa en el libro del museo.

Víctimas que fueron interrogadas y encarceladas, como el beato Teofilius Matulionis o el obispo Vincentas Boriseviciu, en proceso de canonización, detenido en esta cárcel primero por la Gestapo nazi por ayudar a los judíos y después por la NKVD (el nombre de entonces de los servicios secretos soviéticos) que le ordenó ejecutar en 1946 al negarse a colaborar y delatar a personas.

"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?. Tu grito, Señor, no deja de resonar y hace eco en estas paredes que recuerdan los padecimientos vividos por tantos hijos de este pueblo", exclamó Francisco citando las palabras que, según la Biblia, dijo Jesucristo mientras agonizaba en la cruz.

"Lituanos y provenientes de diferentes naciones han sufrido en su carne el afán prepotente de quienes pretendían controlarlo todo", dijo el papa a la salida del monumento que recuerda a las víctimas de la represión.

"En este lugar de la memoria, te imploramos, Señor, que tu grito nos mantenga despiertos. Que tu grito, Señor, nos libre de la enfermedad espiritual a la que como pueblo estamos siempre tentados: olvidarnos de nuestros padres, de lo que se vivió y padeció", oró.

"Que aquel grito sea estímulo para no acomodarnos a las modas de turno, a los eslóganes simplificadores y a todo intento de reducir y privar a cualquier persona de la dignidad con la que tú la has revestido", agregó.

En primera fila, escuchando su discurso se encontraba Juozas Jakanovis, cuyo nombre en código era "Tigras" (tigre), vestido con el uniforme del ejercito lituano, el único superviviente de un grupo de 2.100 hombres que lucharon por la libertad contra la ocupación soviética.

"Tigras", nacido en junio de 1925, explicó a Efe que fue capturado y pasó tres meses en esta cárcel del centro de Vilna.

"Nos comunicábamos con el resto de encarcelados mediante el sistema morse dando golpes en las paredes. Contábamos las mujeres, niños y hombres que desaparecían para poder tener la cuenta", explicó.

Cuando llegó la segunda independencia de la Lituania con el fin del régimen soviético en los años 90,

Jakanovis fue la persona que indicó donde se encontraba la escondida "sala de las ejecuciones" del cuartel de la KGB.

"Estoy muy contento por que el papa haya querido venir hasta este lugar", dijo.

El pontífice también quiso recordar hoy el llamado Holocausto lituano al detenerse frente a monumento ante el gueto de Vilna en el que se recuerda a los judíos exterminados.

Justo hoy se conmemoran los 75 años de la destrucción total de este gueto en la que fue llamada la "Jerusalén del norte".

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