Neurocirujanos y psiquiatras del Hospital del Mar de Barcelona han impulsado un ensayo clínico para probar la eficacia de la estimulación cerebral profunda en cuatro pacientes con anorexia severa y crónica, una técnica que puede "dar una salida" a los enfermos crónicos que no han respondido a ningún tratamiento.
Una de las pacientes tratadas con éxito es Elisabeth Valladares, de 42 años, que desde los 30 sólo ingería líquidos: "Tras diferentes tratamientos me dejé, ya no quería vivir más", explica emocionada.
Hace dos meses y medio que recibe la estimulación cerebral, y ya ha empezado a ingerir alimentos sólidos por su propia cuenta y prácticamente no toma laxantes ni diuréticos y está aumentando de peso: "ahora me miro al espejo y no me torturo ni tengo ningún sentimiento de culpa", afirma Elisabeth.