A pesar de las reticencias iniciales, Javier entrena con su hija Rocío, que le mete "muchísima caña". Ella dice que no le exige demasiado. Pero entiende que quien empieza a correr a edad adulta, antes de lanzarse al ejercicio, debe hacer un reconocimiento médico, dejarse asesorar por un entrenador cualificado y empezar poco a poco.