Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
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La poda en altura es una actividad de riesgo. De ahí que muchos de los que la practican sean escaladores, acostumbrados a las alturas y a situaciones difíciles.

Los que la realizan llevan ropa especial anti-cortes, tanto en piernas como en brazos, para evitar que en un momento de desequilibrio, puedan cortarse con la motosierra. Y por supuesto, también llevan casco y una máscara de pantalla en el rostro, además de arnés y cuerda de rescate.

Trabajar a más de 25 metros de altura

Los encargados de la poda en altura escalan con cuerdas a lo alto de los árboles, y pueden llegar a estar a más de 25 metros de altura. Es un trabajo muy peligroso, pero necesario la tala del árbol es siempre la última opción, tras la poda y el trasplante.

Para engancharse bien al tronco del árbol, los podadores llevan espuelas en las botas. Pero, ¿quiénes trabajan en ello? Desde escaladores hasta un malabarista o un recortador de toros. Eso sí, es imprescindible no tener vértigo.

Los podadores suben hasta lo más alto del árbol y sujetan con cuerdas la rama que van a cortar. Después intentan dirigirla con la mano para evitar que caiga sobre la casa o cualquier otro elemento del jardín.

Su trabajo, tras el paso de la tormenta de nieve de Filomena, se ha incrementado: "Con Filomena ha sido un drama. Hay clientes que han tenido que talar todos los árboles, algunos que eran herencia familiar y que tenían muchos años".

"Con Filomena ha sido un drama. Muchos clientes han tenido que talar todos los árboles"

Lo más complicado en una poda en altura es el mobiliario situado alrededor del árbol, susceptible de romperse. Aquí entra en juego la pericia del podador y el trabajo en equipo.

Sin duda, en todos estos casos es necesaria la ayuda de profesionales. Las podas realizadas sin criterios técnicos adecuados, proporcionan enfermedades a los árboles y pueden ocasionarles la muerte. ¿El precio? Entre 100 y 200 euros por árbol (aproximadamente), dependiendo el árbol que sea y la altura que tenga.