Los belgas producen medio millón de toneladas de chocolate cada año. Todo una inundación de placer dulce que en la tienda The Chocolate Line, en Brujas, alcanza su máxima expresión. Pero los placeres gastronómicos de la ciudad continúan con las patatas fritas, que los españoles llevaron a Bélgica, y los caramelos, cuya elaboración se puede ver in situ que en la confitería Zucchero.