Las islas del archipiélago de Cabo Verde son de origen volcánico, y muchos de los volcanes se encuentran activos, con leve pero a veces perceptible actividad sísmica.
La última gran erupción se produjo en 2014, en uno de los volcanes de la reserva natural del Parque de Fogo. Los ríos de lava, con una temperatura de más de 1.000 grados centígrados, arrasaron con los pueblos y casas de los alrededores.
Sin embargo, precisamente por los restos de ceniza y lava calcificada que dejan las eurpciones, estos terrenos son muy fértiles, razón por la que los antiguos pobladores continúan retornando y volviendo asentarse allí.
Junto con la arena que proviene de África, traída por los vientos, los restos de las erupciones han configurado el paisaje de estas islas.