Así era la vida de los presos del campo de concentración de Sachsenhausen, Alemania

  • Solo un preso logró huir de aquí, pero fue capturado por los vecinos del pueblo cercano y, finalmente, ejecutado 
  • En Sachsenhausen hubo presos de 34 nacionalidades distintas
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid

Oranienburg es una ciudad alemana del estado federado de Brandeburgo, a una hora al norte de Berlín y aquí hemos llegado para descubrir un lugar aterrador, un antiguo campo de concentración nazi.

Esta fábrica abandonada se convirtió en el campo de concentración de Sachsenhausen, una de las primeras estaciones de detención, y estuvo operativa desde 1936 hasta 1945 albergando a unos 200.000 prisioneros de los cuales más de 30.000 fueron asesinados.

Campo de concentración de Sachsenhausen / Redacción
Campo de concentración de Sachsenhausen |Redacción

Antes de acceder al lugar, encontramos una gran puerta de hierro en la que está impresa la frase 'Arbeit macht frei', cuya traducción es "el trabajo te hará libre", un macabro eslogan que empleaban los nazis.

"Podían pasarse horas aquí de pie esperando soportando las inclemencias del tiempo"

Es impresionante acceder al otro lado de las concertinas, donde difícilmente se pueden ver a través de la niebla los barracones que aun se conservan, y donde no es complicado imaginar cómo era la vida aquí entre la hostilidad y las bajas temperaturas.

El recuento de los presos se hacía dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde: "Podían pasarse horas aquí de pie esperando soportando las inclemencias del tiempo", nos ha contado Rodrigo, nuestro madrileño y guía en esta visita.

Uno de los lugares más significativos de Sachsenhausen es el barracón número 38, destinado a los presos judíos.

Dentro de esta cabaña de madera vivían cerca de 400 personas y únicamente tenían media hora para asearse en una estancia que se utilizaba como cuarto de baño.

En otro de los habitáculos vemos lo que en su día fue el dormitorio de 250 de ellos, todos apiñados en litera y sin la más mínima fuente de calor, una estancia que ha tenido que ser protegida con un cristal de seguridad tras los actos vandálicos ya sufridos recientemente.

La entrada es totalmente gratuita por lo que es una visita imprescindible al aterrizar en Berlín.

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