Tras más de tres años de espera y un laberinto burocrático, los vecinos de Villaverde estrenan ascensor
La mayoría de los residentes son mayores y precisan de ello para salir
La paciencia y la perseverancia han dado por fin su fruto para los once vecinos de un edificio en la calle Encarnación del Pino, en el distrito de Villaverde. Después de más de tres años de obras paralizadas, silencios administrativos y una situación de abandono que complicaba la vida diaria de una comunidad con mayoría de personas mayores y movilidad reducida, por fin han podido estrenar el ascensor tan ansiado.
Lo que comenzó como una obra esperanzadora se convirtió en un auténtico calvario para los residentes. A pesar de haber pagado la instalación por adelantado y de que la cabina llegó a colocarse parcialmente, el ascensor permaneció inoperativo durante años, sumiendo a la finca en la incertidumbre. El problema se agravó con el estado lamentable en que quedó el portal durante meses, sin que la empresa instaladora ni su gestor ofrecieran información o soluciones claras.
La luz al final del túnel llegó el pasado mes de octubre, cuando los vecinos supieron que era necesaria la inspección de un Organismo de Control Autorizado (OCA). Sin embargo, para que esta inspección pudiera realizarse, se requería un documento clave: el boletín de interior de la electricidad.
Fue entonces cuando se produjo un punto muerto que alargó la agonía. La empresa de ascensores alegaba que era la compañía eléctrica quien debía solicitarlo, mientras que esta última afirmaba rotundamente que la obligación recaía en la instaladora. Este enredo burocrático mantuvo la obra en un impasse desesperante.
La solución ha llegado tras desbloquear este trámite. Finalmente, dos meses después de aquella noticia y tras más de 36 meses de lucha, la comunidad ha vivido un momento histórico. "Está muy bien la cosa. Estamos contentos", afirma con alivio uno de los vecinos.
Aunque la alegría es inmensa, aún quedan flecos por resolver, como unas humedades en la parte superior del hueco del ascensor. No obstante, el residente confía en que se solucionará pronto: "Nos han dicho que lo van a arreglar".
Para muchos de estos vecinos, este ascensor no es solo una comodidad, sino una herramienta vital que marca la diferencia entre salir o no a la calle. Su puesta en marcha cierra una pesadilla de tres años y devuelve la autonomía y la normalidad a una comunidad que nunca dejó de creer que, al final, las escaleras tendrían un descanso.
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