Los comercios de la calle de las Hileras luchan por sobrevivir tras el trágico derrumbe
Las obras han cambiado la vida de los vecinos y comerciantes
Hace cuarenta días, el trágico derrumbe del edificio de la calle de las Hileras transformó por completo la dinámica de esta vía, un importante eje comercial. Mientras transcurren las obras de apuntalamiento, los comerciantes de la zona se enfrentan a una realidad paralela: una lucha diaria por la supervivencia económica en una calle fantasma.
El impacto es palpable y los testimonios lo confirman. Mila, una de las afectadas, explica la difícil situación: "Es cierto que nuestra clientela sabe que tenemos una puerta trasera, pero el cliente de paso, obviamente, el local como se ve, no se ve prácticamente".
La imagen de andamios y vallas ha creado una barrera psicológica que ahuyenta al tráfico casual, vital para muchos negocios. La consecuencia más extrema de esta crisis ya se ha materializado.
Según relata Mila, el comercio vecino ha cerrado sus puertas de manera definitiva. "Parece ser que ya no van a volver a abrir. Es un local alquilado y, con el negocio tanto tiempo cerrado... Acaban de abrir prácticamente el negocio, pues que no van a volver", afirma, evidenciando cómo el cierre prolongado puede ser una sentencia de muerte para empresas, especialmente las más noveles.
La problemática no solo afecta a los locales con la obra justo en su puerta. Alex, propietario de una tienda de cómics, detalla el problema de fondo: "Mal, la verdad, porque nos está quitando tráfico. Es una calle que junta mucho Mayor con la calle Arenal y, claro, ahora mismo está abierto solamente por enfrente".
El corte de este flujo peatonal, que era la savia del comercio local, ha generado un efecto dominó. Javier, cuyo establecimiento no tiene las obras justo enfrente, corrobora esta visión. "Complicado, muy complicado porque hay poca gente que pase por aquí", afirma.
Incluso para los negocios en una posición algo más ventajosa, la caída de la clientela es considerable. "Los coches tampoco pueden pasar y la gente, al ver todo eso, casi ni sube", añade, destacando cómo el aspecto de obra y el cierre al tránsito disuaden a los compradores.
Frente a este panorama desolador, la perspectiva temporal no ofrece alivio. Las estimaciones apuntan a que las obras se prolongarán durante dos años. Para los comerciantes, este plazo se antoja una eternidad, y su petición es unánime y urgente: necesitan que la calle vuelva a la normalidad cuanto antes. Mientras tanto, la incertidumbre y la lucha por mantener sus negocios a flote se han convertido en su nueva y difícil realidad.
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