Los vecinos de la urbanización de la calle de El Yesero en Villa de Vallecas llevan más de tres años enfrentándose a una situación insostenible debido a la presencia de okupas en su comunidad. A pesar de las numerosas denuncias y quejas, la situación no ha cambiado y los vecinos continúan sufriendo las consecuencias.
"Son conflictivos. A las tres o cuatro de la mañana, hemos tenido robos, hemos tenido que instalar cámaras de seguridad en el garaje, en la entrada y en los pasillos", declaraba uno de los afectados el pasado mes de mayo.
La desesperación ha llevado a los vecinos a colgar carteles desde sus ventanas pidiendo soluciones, pero los okupas han respondido arrancándolos y dejándolos rotos en las puertas de sus viviendas. "Van contra el más débil", lamentan.
La situación se ha vuelto tan crítica que algunos vecinos han recibido amenazas directas, incluso mensajes intimidantes en el ascensor. "Todo son follones, guerras. Nos destrozan las cosas, nos echan cristales en la piscina. Tenemos dos vecinos que lo están pasando fatal", relatan, subrayando que, aunque algunos se marchan, otros nuevos ocupan sus lugares. "A SAREB les da igual", añaden con frustración.
Entre los okupas, hay quienes están lucrándose con esta situación. Se ha identificado a dos personas que se encargan de captar a los personas y gestionar contratos falsos de alquiler.
Una vecina afectada comparte su angustia: "Yo lo estoy sufriendo, que estoy de baja, que estoy con medicación, que no puedo dormir, que tengo ruidos, que tengo amenazas, que me están acosando. Tengo acoso telefónico, tengo insultos, me echan mierda en el felpudo". Su clamor es claro: "Tengo derecho a vivir en paz".
La situación es insostenible y los vecinos piden urgentemente una solución. "He trabajado desde los 15 años y he sacado a mi hija adelante sola. Todas las ayudas que se da a esta gente, ojalá las hubiera tenido yo", concluye con tristeza.
Uno de los okupas nos reconoce que pagó por entrar a una de las viviendas unos 4.000 euros y que en la finca se está haciendo negocio sucio con el alquiler de los pisos mientras hacen la vida imposible a los vecinos.
Los vecinos siguen luchando por recuperar su paz y seguridad en un entorno donde el miedo y la incertidumbre parecen haberse instalado como inquilinos permanentes.