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Radiante y agradecido, Josema Yuste reconoce estar feliz en esta etapa profesional. Tras toda una vida dedicada a hacer reír, explica que dirigir y protagonizar sus propios proyectos le da una ventaja clave: la libertad de decidirlo todo.

“Si me equivoco, me equivoco yo, pero nadie manda sobre mí”, afirma entre risas.

La aventura de su comedia actual comenzó cuando unos guionistas amigos, entre ellos Rodrigo Sopeña, le ofrecieron un texto que le hizo reír desde la primera lectura, algo que —confiesa— no es habitual.

Tras añadir sus inconfundibles “pinceladas personales”, la obra se ha consolidado hasta llegar a su tercera temporada en el Teatro Muñoz Seca, con el patio de butacas lleno función tras función.

“Creo muchísimo en el equipo; sin ellos, nada de esto sería posible”, señala.