La faceta humana de la relación médico-paciente se está perdiendo por el avance espectacular de las tecnologías que facilitan los diagnósticos.
Cuando apenas tenemos tiempo para escuchar, cuando dejamos de mirar a los ojos del paciente y fijamos la mirada en el ordenador o cuando no saludamos ni llamamos por su nombre al paciente, estamos deshumanizando la medicina sin darnos cuenta.