En una sociedad envejecida como la madrileña o la española, polimedicada y con un alto número de enfermedades cronificadas, los farmacéuticos cumplen una labor esencial. ¿Deben ser ellos quienes supervisen el cumplimiento terapéutico? ¿Qué nuevas tareas pueden ofrecer dentro de la sanidad pública más allá de la dispensación de medicamentos? ¿Están capacitados para ello?