Como dice Vicente Sevilla, todas las setas son comestibles, pero en algunos casos sólo una vez. La ironía sirve para hacer referencia a una de las setas más tóxicas, la amanita phalloides, que puede ser mortal en gran parte de los casos de intoxicación. De hecho, es responsable del 90% de muertes por consumo de setas tóxicas. Por tanto, es muy importante reconocerlo correctamente. Presenta un sombrero de entre 6 y 15 cm. de diámetro con forma de globo y de coloración verde amarillenta, más olivácea hacia el centro. La cutícula se separa fácilmente y tiene fibrillas radiales oscuras. Las láminas son bastante apretadas, libres, desiguales, con laminillas intercaladas. El pie, de entre 7 y 15 cm. de largo y 1 y 2 de diámetro es cilíndrico y se ensancha hacia la base para terminar en un bulbo o saquito. De sabor dulce, tiene un olor similar a rosas que se vuelve desagradable en la vejez. Aparece en otoño en zonas de encinares, alcornocales y robledales, aunque también aparece asociada a castaños, abedules y hayas. El mayor número de confusiones que provoca esta seta se debe a sus formas más claras o albinas, que se pueden confundir con champiñones; son fácilmente distinguibles porque estos carecen de volva y sus láminas son rosadas. La intoxicación presente un largo periodo de latencia (de 6 a 12 horas), hasta que aparecen los primeros síntomas, lo que hace que en ese momento ya exista un daño en órganos vitales como el hígado y el riñón.