El tomate comenzó siendo una planta salvaje de color dorado, sus orígenes tienen lugar en las montañas de Los Andes, pero fue domesticada en Mesoamérica. Se trasladó mediante el agua, el viento y el estómago de las aves migratorias.
El tomate por fin cruzó el atlántico, junto al maíz y la patata, en el siglo XVI, llegando a Sevilla e Italia.