¡290.000.000 euros! El precio de las obras del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
Felipe II mandó la construcción del monumental edificio tras la victoria en la Batalla de San Quintín el día de San Lorenzo
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
Al noroeste de la Comunidad de Madrid, en la ladera meridional del monte Abantos, se levanta el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. A 1.028 metros de altura y en un envidiable paisaje natural como es la Sierra de Guadarrama, se extiende este monumental conjunto de 33.327 metros cuadrados que, desde el 2 de noviembre de 1984, forma parte de la lista de Patrimonio de La Humanidad.
¿Cuándo decidió Felipe II construir el famoso monasterio? El escritor e historiador Manolo Rincón nos cuenta que “lo decide a raíz de la victoria en la batalla de San Quintín”. Una batalla que ganaron las tropas españolas contra las francesas el 10 de agosto de 1557, coincidiendo, precisamente, con la festividad de San Lorenzo. Es por eso que la edificación esté dedicada a dicho santo.
A pesar de la gran monumentalidad del edificio, las obras tan solo duraron 21 años, desde 1563 hasta 1584. “Una de las ventajas de la construcción fue la utilización de aparatos y herramientas de conducción como poleas, grúas y carros de arrastre que inventó el propio Herrera”, nos descubre el historiador.
Felipe II buscaba un estilo que rompiera con el existente en aquel momento: el gótico. En sustitución, quiso traer el clasicismo que reinaba en Italia y adoptar su renacentismo. Por eso eligió como arquitecto a Juan Bautista de Toledo, “que estaba trabajando en las obras de San Pedro como ayudante de Miguel Ángel”, explica Rincón.
Al principio, las obras de El Escorial se encargaron Juan Bautista de Toledo, que muere en 1567. Fue entonces cuando Juan de Herrera, ayudante del anterior, se hizo cargo de ellas.
¿Y cuánto costaron estas obras? “El único cronista de la época que se atrevió a dar una cifra fue el padre Sigüenza: 1.700.000 ducados”. Una enorme cantidad (al cambio de hoy serían unos 2.900.000 euros) que pudo sufragar gracias a los cargamentos de oro de llegaban desde América.
No obstante, estos enormes gastos acabaron con las finanzas de Castilla hasta en tres ocasiones y la Hacienda Real tuvo que declararse en bancarrota en 1557, 1575 y 1596.